United States or Pakistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Si, en un acceso de coquetería audaz, creaba un traje de ceremonia, sin mangas y muy escotado, buscaba inmediatamente volver á la virtud, fabricándose una falda que le cubría la punta de los pies y arrastraba la cola sobre el suelo, con un fru-fru semejante al ruido otoñal de las hojas secas. Mientras tanto, Adán iba casi desnudo, mostrando sus vergüenzas de puro pobre.

Feli se fijaba otras veces en una jovencita de rojas peinetas en el pelo, hueca falda de flores con largos volantes y un sinnúmero de collares verdes, azules y rosa. Era casi una niña; la pubertad apenas había hinchado la tapa de su pecho con los capullos femeniles; sus ropas huecas, sonando con escandaloso fru-fru, denunciaban una delgadez de escuerzo femenino.

Al ver a Maltrana le dirigió una sonrisa de resignación, señalando al mismo tiempo con los ojos el término de la escalera, los salones, hacia los cuales marchaba siguiendo el fru-fru majestuoso de las faldas. Algunos pasajeros alemanes, vestidos de blanco con descuido matinal, subían a la cubierta de paseo y miraban un instante por las ventanas de los salones.

Corrieron las niñas, impacientes; levantáronse las madres con lentitud, como si les costase abandonar su incrustación en los almohadones; sonó un fru-fru general de faldas con lentejuelas y adornos metálicos de los disfraces. Mrs. Power se despidió de los Lowe, pasando ante Ojeda sin dirigirle una mirada. Esta indiferencia la aceptó él como un signo favorable: era disimulo.

La falda de percal, entre el fru-fru, que marcaba el adorable relieve de sus piernas, dejaba ver por debajo de su orla unos pies pequeños, calzados escrupulosamente, como los de una señorita. ¡Ay! ¡Que no pueo más! dijo de pronto, sofocada por el baile.

Vestía de negro y el velillo del sombrero cubría su cara. Esbelta y de gracioso andar, sus caderas movíanse con armónica cadencia, y a cada paso resonaba el fru-fru de la fina ropa interior. Luis percibía el mismo perfume de la carta que guardaba en su bolsillo. , era ella. Pero cuando estuvo a pocos pasos, el movimiento de sorpresa de su cochero le avisó antes que su vista. ¡Ernestina!