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Si, en un acceso de coquetería audaz, creaba un traje de ceremonia, sin mangas y muy escotado, buscaba inmediatamente volver á la virtud, fabricándose una falda que le cubría la punta de los pies y arrastraba la cola sobre el suelo, con un fru-fru semejante al ruido otoñal de las hojas secas. Mientras tanto, Adán iba casi desnudo, mostrando sus vergüenzas de puro pobre.

La disentería otoñal, ó la diarrea reumática cede mejor al cólchico que á la dulcamara y á la ipecacuana: esta se dirige mas bien al estómago y á las mucosas; la dulcamara se dirige á estas últimas; el cólchico obra sobre las membranas musculosas y serosas de los intestinos, está muy indicada en la disentería rectal ó anal, en la cual los cólicos son poco pronunciados, pero que hay presion sobre el ano, y tenesmo con evacuaciones muy pequeñas.

Allí me lavaba yo en una gran jofaina que desde la víspera ponían para en el borde de la fuente, entre los tiestos floridos, bajo la copa aparasolada de un floripondio cuyas campanas de raso se columpiaban al soplo vivífico de los vientos matinales, mientras en jaulas y ramajes cantaban los pajarillos la incomparable alborada otoñal.

Carmen, sin atender a Narcisa, estaba sintiendo todavía cómo la acariciaba dulcemente la sonrisa serena del marino. En pocas horas cambió Fernando el semblante sombrío de la casa. Cantó, abrió los balcones con estrépito, y una brisa otoñal, odorante y pura, refrescó las habitaciones lóbregas, cerradas por el desuso mucho tiempo.

El cielo se había obscurecido: ella miraba los vapores grises que subían por las cuestas de las montañas y envolvían la vegetación: miraba el lago gris y encrespado, que parecía de plomo; los árboles se doblegaban al impulso del viento, perdían sus primeras hojas. Yo la acompañaba mentalmente en su pensamiento elegíaco delante de la visión otoñal.

Era un día de otoño muy melancólico; el cielo estaba obscuro; lloviznaba; los cuervos pasaban graznando por el aire. Los árboles se despojaban de sus hojas rojizas y amarillas, cubriendo el campo con ellas; las ráfagas de viento las llevaban de acá para allá por el camino; había un olor otoñal de hierba marchita, de helecho mojado y de hojas húmedas.

Pero ambas amigas acostumbraban, como suele decirse, llevarse las llaves del parque, porque justamente a la puesta del sol era cuando Lucía lo encontraba más hermoso, en aquella melancólica estación otoñal. Bajos ya y moribundos los rayos solares, caían casi horizontalmente sobre los pradillos de hierba, inflamándolos en tonos ardientes como de oro en fusión.

La blancura del patio silencioso frisos, columnas y estatuas de mármol producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

El ojo mismo reclama la accion del cólchico en ciertas inflamaciones subagudas, aun cuando pueda considerárselas como escrofulosas, si sus partes fibrosas y serosas son las principalmente atacadas. =Dósis.= El cólchico otoñal se presta mas que ningun otro medicamento á la graduacion de las dósis, ó se las puede adaptar á los diversos grados de agudeza y de irritabilidad.

El sol se ponía lentamente en medio de la tranquilidad otoñal del paisaje. De improviso el marqués soltó una carcajada. Era su risa, como suya, vigorosa y pujante, y, más que comunicativa, despótica.