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Los buques de guerra y los transportes aliados navegaban con pocas luces ó completamente á obscuras. Los que hacían centinela en el puente ya no miraban la superficie del mar y sus pálidas fosforescencias. Sondeaban el horizonte, temiendo que surgiese ante la proa una forma negra, enorme y veloz, vomitada por la obscuridad.

En la demolición de todo antiguo edificio en que haya molave y cañas, llama la atención la conservación de los primeros, y las bellísimas fosforescencias que se desprenden de los alimacmac en las segundas. El alimacmac, es un pequeño hongo que nace en el interior de la caña cuando es vieja y ha estado sometida por largo tiempo á la acción de las aguas.

Más allá del nimbo de luz láctea en que iba envuelto el buque, extendían el mar y la noche el misterio de su obscuro azul punteado de fosforescencias de agua y fulgores siderales. Algunos miraban las estrellas, discutiendo sus nombres.

Las estrellas alargaban sus fríos rayos atravesando la inmensa región de invisible hielo, y la luna, pues también había luna, difundía claridad verdosa por calles y plazas. El suelo parecía el lecho de un río que se acaba de secar, dejando al descubierto su limo lleno de fosforescencias.

El sol se había puesto dos horas antes y la noche era calurosa como un día de verano. Los dos esposos se sentaron juntos en un banco rústico a orillas del mar. La luna no había aparecido aún en el horizonte, pero las estrellas fugaces cruzaban el cielo en todas direcciones, y las olas iluminaban la playa con sus fosforescencias. Don Diego aun estaba aturdido por la noticia que acababa de oír.

Más allá de esta zona de luz temblorosa, que coloreaba grotescamente los rostros y hacía palpitar los ojos con desordenadas vibraciones, extendíase la noche tropical, solemne, tranquila, con sus aguas obscuras pobladas de caracoleantes fosforescencias y su cielo límpido, en el que asomaban sonrientes un gran número de astros nuevos rodando en el misterio.

La noche de los trópicos, se había apoderado bruscamente del mar y la estela del navío aparecía iluminada por misteriosas fosforescencias. La oscuridad confundía vagamente las formas de los tres amigos. Estamos á 15 de febrero, dijo Marenval. En este momento hace en París, probablemente, un frío del diablo y sus calles están enfangadas de escurridiza nieve.

Lo difícil era que el azar de una corriente ó de un rumbo colocase este despojo, en el inmenso desierto marino, ante la proa de un velero sin prisa. Una corbeta de guerra francesa encontraba entero, cerca de las Canarias, á uno de estos monstruos, flotando sobre el mar, enfermo ó herido. Los oficiales habían dibujado sus formas y anotado sus fosforescencias y cambios de color.