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Escuchábanse los gritos desafinados de los pregoneros, ofreciendo agua de limón, sangría de vino tinto y avellanas tostadas, y los sonidos agudos y gangosos de la gaita, siempre acompañada del tambor.

Discurría la gente por las aceras en animado movimiento; brillaban los cristales de los escaparates y los de los balcones; cruzaban los carruajes hacia el paseo estremeciendo el pavimento, y despidiendo de sus ruedas vivos y gratos reflejos; un piano mecánico alzaba sus sones en medio de la calle tocando el brindis de Lucrecia; una vendedora de violetas cruzaba con el cestillo en la mano, dejando tras si el ambiente perfumado; escuchábanse las risas de los niños que jugaban en el balcón de un entresuelo; veíase la linda cabecita rubia de una joven que desde otro balcón mucho más alto exploraba la calle, evitando los rayos del sol con la pantalla de su mano nacarada... Todo era grato y placentero; todo palpitaba, todo cantaba, todo resplandecía.

A través de la puerta cerrada oíanse a veces los sollozos de Diógenes, y escuchábanse otras los gritos de horror que él mismo se inspiraba a mismo, seguidos del llanto de la contrición, desolado, abundante, pero dulce y sin amargura, como lo es el de todo dolor que se apoya en la fe y en la esperanza.

Las paredes de algunas galerías, tapizadas con los cristales del mercurio, que en muchos puntos se presentaba nativo, brillaban cual si fuesen de plata. Escuchábanse detrás de aquellas paredes golpes sordos, acompasados.

Un leve estremecimiento frío, melancólico, corrió por todos los ámbitos. En vano lucharon contra él aquellos a quienes el baile o el vino había enardecido. Poco tiempo después se había apoderado de todos. Escuchábanse las voces de las madres llamando a sus hijos, de los hermanos llamando a sus hermanas.

Un coche subía por la calle de Alcalá y entraba por el paseo del Prado; en el jardín del ministerio brillaba el fusil de un centinela, y algunas voces de hombres que venían cantando escuchábanse muy de cerca, por el lado de allá de la verja. Forma la esquina del ministerio un pabellón aislado, de un solo piso, con cuatro fachadas y tres ventanas en cada una.