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Y por aquella vez no había esperanzas para Juan Pablo, porque los suyos, los que él llamaba con tanto énfasis los míos, estaban por los suelos, y había lo que llaman racha en las regiones burocráticas. A veces exploraba el mísero cesante su conciencia, y se asombraba de no encontrar en ella nada en qué fundar terminantemente su filiación política.

Pero viendo luego que ya estaba obligado a recorrerlo hasta el fin, notando la angustia de la joven, sentía crecer su repugnancia. ¿No estaba infligiendo a esa mujer, por amor a la verdad, una tortura moral? ¿Había gran diferencia entre los horribles instrumentos de la antigua inquisición y la mentira con que él exploraba el alma de la acusada?

El soldado disparó su fusil contra Desnoyers, hiriéndole en un hombro. Acudieron los franceses, matando al ordenanza. Luego cruzaron un vivo fuego con la compañía enemiga, que había hecho alto más allá mientras su jefe exploraba el terreno.

Desnoyers había subido á lo más alto de uno de sus torreones y con los anteojos exploraba el campo. No alcanzaba á distinguir la carretera; sólo veía los grupos de árboles inmediatos. Adivinó con la imaginación debajo de este ramaje una oculta actividad: masas de hombres que hacían alto, tropas que se preparaban para el ataque.

La pobre niña, sin comprender qué significaba aquel cambio, sintió su pequeño corazón apretarse; exploraba con sus bellos ojos profundos los semblantes y trataba de descifrar el enigma que guardaban. Se hizo más grave, más recelosa, más tímida. Y como viera que le negaban los juguetes o las golosinas que antes le otorgaban a manos llenas, se abstuvo de pedirlos.

Conocíanse mutuamente las intenciones de batallar, exploraba cada cual el terreno de su enemigo, y hasta le provocaba con ingeniosas estratagemas; pero de aquí no pasaba; y, a mi entender, en el misterio de estas precauciones, en el problema de esta actitud recelosa, estribaba el mayor interés de los beligerantes. Ni ella ni él parecían tener prisa para resolver el punto dudoso.

Eran buenas estas palabras para espantar cobardes ánimos, no para entibiar el celo ardiente de un apóstol; y así, respondiéndole el Padre afable y cortesmente, prosiguió su viaje, mas no halló indio alguno en sus Rancherías, porque todos andaban huídos por los montes y selvas y sólo se dejaba ver tal cual, que desde las copas de los árboles exploraba los pasos de los españoles.

Exploraba el guía el matorral de cruces, deletreando nombres, permaneciendo indeciso ante los rótulos borrosos. René efectuaba el mismo trabajo por otro lado. Chichí avanzó sola, de tumba en tumba. El viento hacía revolotear sus velos negros. Los rizos se escapaban de su sombrero de luto cada vez que inclinaba la cabeza ante una inscripción, pugnando por descifrarla.

Y la amistad con aquel ser extraordinario, que desde su oscuridad exploraba con el valiente ojo de su pensamiento infatigable los problemas de la vida, había llegado tarde. En el espíritu de la Nela estaba ya petrificado lo que podremos llamar su filosofía, hechura de ella misma, un no qué de paganismo y de sentimentalismo, mezclados y confundidos.

Colgaban sobre su pecho dos botellas de vino unidas en forma de gemelos, y al detenerse entre mesa y mesa, echaba mano a este grotesco instrumento, y con los ojos puestos en los golletes exploraba el comedor, como si buscase a alguien. ¡Capitán!... ¿Dónde está el capitán? preguntaba con voz ronca.