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A que se agrega que, si sólo el que se nombra cura es el obligado a cumplir las cargas del curato, y el compañero a lo que el cura le encargare, la certificación de éste debía darla el cura, y la del cura el cabildo, según resulta la asistencia que lograba el pueblo; pero no es así, porque a cada religioso separadamente se le da su certificación, sin que el cura pueda quitar ni poner en la que dan a su compañero.

Algunos de los pueblos de esta provincia, por el corto número de almas, y por estar con inmediación a otros, les sería muy suficiente tener sólo un religioso para el cumplimiento de todas las cargas del curato; así se experimenta en muchos que se han mantenido y se mantienen con solo el cura, y están asistidos como los que tienen cura y compañero.

Los familiares que en las oficinas del obispado manejaban el registro secreto de la conducta de los clérigos de la diócesis, tardaron muchos meses en convencerse de que no era mujeriego, y el espionaje, de que no se vio exento por ser ahijado de don Tadeo, sólo logró averiguar que, valiéndose de lo cercano que estaba su curato a la ciudad, Tirso solía irse a la población un par de veces al mes, permaneciendo en ella algunas horas, sin que nadie supiera dónde ni a qué iba.

Era demasiado joven para no tener ideas absolutas, y pensaba con toda convicción, que en cuestión de pesares, nada es comparable a un amor desgraciado. Si el curato del Pavol se ve vacante algún día, Reina, lo aceptaré con júbilo; desgraciadamente este cambio no depende de . Lo , lo , pero mi tío conoce mucho al señor obispo, y arreglara todo.

En segundo lugar, se podían separar 4.500 pesos, y repartirlos por iguales partes entre todos los curatos, a 150 pesos a cada uno, los que podían considerarse como renta fija de cada curato; y los 6.000 pesos restantes repartirlos proporcionalmente entre todos los curatos, según el mayor o menor número de almas de cada uno, regulándolas por los tributarios que cada pueblo tuviese.

De lo que se infiere que los empleos de cura y compañero son dos beneficios distintos, cada uno con sus cargas anexas, o que todas las del curato son comunes a los dos, y deben dividirlas entre igualmente.

Lunes, 9 de Mayo de 1892, tomó don Cándido posesión de su curato en Santa Cruz de Lugarejo, ocupándose inmediatamente en arreglarse la casa con los pobres y viejos muebles que trajo en una carreta del pueblecillo donde vivió hasta entonces, siendo amparo de necesitados y ejemplo de virtuosos. Durante más de cuarenta y ocho horas, nadie se dio cuenta de que allí había cura nuevo.

Decíase que tenía una gran biblioteca y que en su juventud había hecho en Lancia ejercicios brillantísimos a una de las prebendas de la catedral, y que no se la dieron porque el obispo la tenía reservada para un sobrino. Don Restituto, herido por la injusticia se había retirado a aquel curato rural, y nunca más quiso salir de él para intentar nueva contienda.

Cuando nosotros la levantamos, aconsejados por él, y la concluimos, al verla tan nueva y tan linda, le propusimos que se fuera a vivir en ella, porque le debemos muchos beneficios, y que nos dejara el curato para la escuela, pero se enfadó con nosotros y nos preguntó si él valía acaso más que los niños del pueblo, y si necesitaba ocupar tantas piezas él solo.

La religión sufre las consecuencias de la disolución de la sociedad; el curato es nominal, el púlpito no tiene auditorio, el sacerdote huye de la capilla solitaria o se desmoraliza en la inacción y en la soledad; los vicios, el simoniaquismo, la barbarie normal, penetran en su celda y convierten su superioridad moral en elementos de fortuna y de ambición, porque al fin concluye por hacerse caudillo de partido.