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Guimarán veía con gran satisfacción los progresos de la impiedad en aquel espíritu lleno de pasión; no había llegado don Santos al ateísmo, «pero este era un grado de perfección filosófica que tal vez le venía muy ancho al antiguo comerciante de cálices y patenas». Don Pompeyo se contentaba con arrancarle las raíces y retoños de toda religión positiva.

Así será el panteismo: hablará de materia, de espíritu, de realidad de fenómenos, del yo, del no yo; de subsistencia y no subsistencia, de necesario y de contingente; pero no salgais de las ideas fundamentales, conducidle á ellas; al fin volverá á su forma primitiva; y cuando haya vuelto á ella, entonces soltadle, mostrándole á los pueblos tal cual es, diciéndoles: «vedle en su horrible deformidad; siempre ha sido lo que es ahora; á pesar de todas sus trasformaciones, no es mas que el ateismo

Algunos filósofos que han contribuido á la reaccion no admiten un Dios inteligente y libre, distinto del universo; es verdad, y por esto he dicho mas arriba que el panteismo era un ateismo disfrazado; pero al menos el ateismo de los panteistas de la época, es un ateismo que se avergüenza de confesarse tal, que algunas veces procura quizás engañarse á propio, persuadiéndose que no lo es.

En el mar no se comprende el ateismo: tampoco tiene explicacion en la tierra, no, pero el Océano, con su voz inmortal, ora hable con la soberbia cólera de la tormenta, ora con la apacible majestad de su tranquilo y eterno flujo y reflujo, siempre publica la existencia de Dios, siempre pregona su poder, siempre canta su omnipotencia, siempre habla de la eternidad, siempre explica el infinito, siempre convence de la otra vida.

Tuvo que cambiar de mesa y de sala, si quiso seguir predicando ateísmo. «¡Este era el estado del libre examen en Vetustapensaba Guimarán con tristeza mezclada de orgullo. En el billar tampoco querían teología racional.

Advierte que el ateísmo y el panteísmo se dan la mano y que si me supones renegando de «mi» religión, me colocas en plena apostasía. ¡Es ir lejos! me llevas...

«Mi última afirmación es la duda.... Se me hace cuesta arriba». Pero de todas suertes su ateísmo quedaba en pie; para negar a Dios con la constancia y energía con que él lo negaba, no hacía falta leer mucho, ni hacer experimentos, ni meterse a cocinero químico. «¡Mi razón me dice que no hay Dios; no hay más que Justicia!».

Jamás había visto expresado de un modo tan cínico el ateísmo. No pensaba que hubiese quien estuviera verdaderamente convencido de que Dios no existía. Disipada, no obstante, al cabo de algún tiempo la impresión, no pudo menos de pensar que se había amilanado pronto.

La primera revolución francesa, con tantos horrores y tanta sangre y dando por último resultado á un déspota que sin propósito fijo, civilizador y humano, mantiene durante años la confusión y la guerra en Europa; la propensión del pensamiento filosófico hacia el pesimismo y hacia el más grosero ateísmo y la aparición ó la mayor difusión y el más hondo arraigo de espantosas doctrinas que, no sólo tiran á subvertir el organismo social, sino á arrancar de cuajo los fundamentos en que el orden actual se sostiene, han apocado acaso, con la repugnancia y el terror que inspiran, el espíritu religioso de muchos individuos é instituciones, y entre éstas la de los jesuítas sin duda.

En este mismo Imperio en que ahora estoy, he conversado con los mandarines y sólo he visto en su saber ateísmo materialista y grosero; he conversado con lamas y bonzos y despojando sus doctrinas de supersticiones y de símbolos, sólo he visto en ellas la confusión de Dios y del mundo y el destino y el fin del alma humana fluctuando entre el aniquilamiento y la apoteosis.