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Dióle el rey amplías facultades, y escogió Zadig treinta y tres jorobados de los mas feos de Serendib, treinta y tres pages de los mas lindos, y treinta y tres de los mas eloqüentes y forzudos bonzos. Dexóles á todos facultad de introducirse en los retretes de las sultanas; dió á cada jorobado quatro mil monedas de oro que regalar, y el primer dia fuéron todos felices.

Después quiso llevársela sin bautizar, diciendo que le tenía sin cuidado este requisito y que sólo lo cumplía por dar gusto a su hermana. En la disputa llamaba con gran retintín a los curas y acólitos reunidos en la sacristía, cuadrilla de bramantes... Les llamaría brahamantes interrumpió Rafael. , eso es: y también bonzos; así, por chunga; de esto me acuerdo bien.

Asustado Zadig, que habia puesto en auge los asuntos de su amigo, y enviádole su dinero, no pensó mas que en partirse de la isla, y en ir á saber en persona noticias de Astarte; porque si permanezco en Serendib, decia, me harán empalar los bonzos. ¿Pero adonde iré? en Egipto seré esclavo, en Arabia segun las apariencias quemado, y ahorcado en Babilonia.

Con mucho gusto, respondió Zadig; los bonzos os darán quanto dinero querais. Abandonad las tierras donde tienen levantados sus palacios, y no defendais mas que las vuestras. Hízolo así Nabuzan; y quando viniéron los bonzos á echarse á sus plantas, implorando su asistencia, les respondió el rey con una soberbia música cuya letra eran oraciones al cielo, rogando por la conservacion de sus tierras.

En este mismo Imperio en que ahora estoy, he conversado con los mandarines y sólo he visto en su saber ateísmo materialista y grosero; he conversado con lamas y bonzos y despojando sus doctrinas de supersticiones y de símbolos, sólo he visto en ellas la confusión de Dios y del mundo y el destino y el fin del alma humana fluctuando entre el aniquilamiento y la apoteosis.

Los jorobados, los bonzos, los asentistas, y las ojinegras inficionáron de mal- contentos el reyno entero. El descontento universal animó á los pueblos salvages que viven al norte de Serendib á invadir los estados del buen Nabuzan.

El dilema es inevitable: ser comido lentamente por los frailes, los derviches, los bonzos, con elevada mortalidad y miseria grande, para ser luego despojado o absorbido de golpe por los rivales o levantarse y andar como ellos.

Los pages que no tenian otra dádiva que hacer que la de su persona, tardáron dos ó tres dias en conseguir lo que solicitaban; y tuviéron mas dificultad en salir non la suya los bonzos; pero al cabo se les rindiéron treinta y tres devotas.

Y añadió: Yo indagaré del primer ministro, su excelencia el príncipe Tong, donde pára esa familia tan interesante; después reúnalos usted, y arrójeles una o dos docenas de millones; organice para el difunto unos funerales de gran ceremonia con un séquito de una legua de largo, filas de bonzos, todo un mundo de estandartes, palanquines, lanzas, plumas, pendones encarnados y, por último, legiones de plañideras lanzando gritos lamentables.

Pidió subsidios á sus vasallos, y los bonzos que eran dueños de la mìtad de las rentas del estado, se contentáron con levantar las manos al cielo, y se negáron á llevar su dinero al erario para sacar de ahogo al rey. Cantáron lindas oraciones en música, y dexáron que los bárbaros asolaran el estado. Querido Zadig, ¿me sacarás de este horrible apuro? le dixo en lastimoso tono Nabuzan.