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Morsamor, que coincidía por lo común con las opiniones de su joven amigo y se complacía en aceptar su parecer y su consejo, estaba en aquella ocasión tan poseído del parecer contrario y tan lleno de la fe y de la esperanza de contribuir a la demostración de su verdad, que encarándose con Tiburcio, exclamó con enojo: Sin duda tendrías razón si por lo material aspirase el hombre al principado y si su valer se midiese por varas o se pesase por arrobas.

Eran unas señoras de las que viven con verdadero lujo, sin apelar a costureras ni a adornos caseros; tenían carruaje... en fin, una gran familia esto subrayado por una expresión entre admirativa y respetuosa , y no era justo ni legal que ella, una pobre jornalera, aspirase a tanto. Juanito sentía alegría y compasión a un tiempo.

El padre de Echeloría, que no tenía nada de lerdo, notó en seguida el amor de la muchacha y procuró acabar con él, porque el primito no poseía otro patrimonio que su apasionado corazón; pero Echeloría estaba prendada de veras, y el padre, que en el fondo era un bendito, se avino y se resignó al cabo a que Mutileder aspirase a ser su yerno.

Si alguna vez se inclinaban ambos para contemplar cualquier objeto y sus cabezas se tocaban, Amalia no separaba la suya, dejaba que el conde aspirase la fragancia de ella largo rato cual si tratase de envenenarle. Se preocupaba de sus trajes y le imponía sus gustos. No debía ponerse levita; el frac azul le sentaba admirablemente. ¿Por qué gastaba guantes oscuros?

Estrofas en alemán, en ruso y en inglés, que al ser releídas por la cantante la hacían sonreír satisfecha, como si aspirase un perfume favorito, con gran desesperación de Rafael, que no podía conseguir que las tradujese. Son cosas que no entiende usted. Adelante, adelante. No quiero que se ruborice. Y tratándole como a un niño, le hacía volver las hojas sin dar explicación.

El Sr. de Figueredo era más bien despreciado y aborrecido, y por lo tanto, el sujeto menos idóneo para patrocinar e introducir ante el público a una artista que aspirase a hacerse aplaudir. Consternado recibió la carta, porque debía favores a quien se la escribía, tenía obligación de complacerle y no se consideraba muy apto para tan difícil empeño.

Tu hermana es excelente, tu cuñado es un santo; pero no has de vivir toda la vida con ellos y medio a expensas de ellos. Inesita exhaló un suspiro, y el ama prosiguió: En el pueblo, para ti, que eres una real moza, ¿cómo había de faltar algún rico hacendado, algún propietario o labrador con el riñón bien cubierto, que aspirase a tu mano? Pero aquí me parece difícil.