United States or Pitcairn Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Aquélla era su casa, y él un verdadero amigo deseoso de servirle. Si necesitaba su auxilio, podía mandar como quisiera. ¡Lo mismo que si fuese de la familia!... Todavía nombró una vez más a don Horacio, recordando su antigua amistad. Luego le invitó a que almorzase con ellos dos días después, sin acordarse para nada de su hermano.

Los oficiales que ocupaban el edificio le habían retenido para que almorzase en su compañía. Uno de ellos mencionó casualmente al dueño de la propiedad, dando á entender que andaba cerca, aunque nadie se fijaba en su persona. Una gran sorpresa para el capitán von Hartrott. Y había hecho averiguaciones hasta dar con él, doliéndose de verle refugiado en la habitación de sus porteros.

Una hora después recibió otro recado de ella aconsejándole que almorzase solo y pasase después por su habitación, que para entonces ya estaría vestida y preparada. Así lo hizo, cada vez más inquieto y receloso; pero al entrar en el cuarto de la joven, encontró que estaba, en efecto, levantada, pero de ningún modo dispuesta para partir.

Habíamos quedado en vernos en San Felipe. Pero urge, urge. Así, pues, os vendréis conmigo. ¡Sin almorzar! dijo el cocinero . ¡Yo que venía con él para que almorzase! Donde yo le llevo almorzará mejor. ¿Mejor que en mi casa? , señor; vuestro sobrino, señor Francisco, almorzará hoy mejor que el rey.

Era tiempo de invierno, cuando campean en Sevilla los molletes y mantequillas, de quien era tan bien servido, que más de dos Antonios se empeñaron o vendieron para que yo almorzase, Finalmente, yo pasaba una vida de estudiante sin hambre y sin sarna, que es lo que más se puede encarecer para decir que era buena.

Llegó el ama después a verme, y estuve por decirle lo que me había pasado, pero me contuve. Sentía en el alma dar un escándalo y perder a un sacerdote. Me pareció mejor disimular. Envié un recado al padre para que almorzase solo y viniese después a verme.

Le preguntó si había estado a verla su compañero de viaje el sacerdote, y se apresuró a responderle que no, de un modo tan vivo que le llamó la atención. Después supo que había enviado un recado al sacerdote diciéndole que almorzase solo y que pasase luego por su habitación. Estuvo poco tiempo en ella. Le vio salir corriendo, agitado y tembloroso y echarse a la calle.

No, abajo replicó él avanzando hacia la puerta. Como usted quiera... pero yo no tengo ganas. No me traiga usted nada. Estoy... así, vamos, no cómo. Tome usted algo... ha cogido usted frío y le conviene entrar en reacción. No... aún si usted almorzase aquí, me animaría tal vez , insistió ella con tenacidad de niña voluntariosa.