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Actualizado: 29 de junio de 2025
No podía consentir que Herr Desnoyers, pariente de un von Hartrott al que recordaba vagamente haber visto en la corte , viviese en la habitación de los porteros. Debía ocupar su dormitorio, aquella cama solemne como un catafalco, con penachos y columnas, que había tenido el honor de servir horas antes á un ilustre general del Imperio. Yo prefiero dormir aquí.
Comprendo tu odio: no puedes olvidar el torpedeamiento del Californian... Pero debías haber denunciado á Von Kramer anónimamente, sin que él supiese de quién partía la acusación... Has procedido como un loco, como un meridional; eres un carácter arrebatado que no teme el mañana. Ulises hizo un gesto de desprecio. El no gustaba de tapujos y traiciones: su procedimiento era el mejor.
De pronto, el paraíso que llevaba en la cabeza se hizo humo. Recibimos la noticia, no sé cómo, de la prisión da Von Kramer y de que tú habías sido su delator. La doctora me increpó, haciéndome responsable de todo. Por mí te había conocido, y esto fué bastante para que me incluyese en su indignación. Todos los nuestros hablaron de tu muerte, deseándotela con los más atroces martirios.
El bohemio creyó ver á un cirujano hablando con suficiencia de los misterios de la voluntad ante un cadáver. ¡Qué sabía de la vida este pedante interpretador de documentos muertos!... Cuando se cerró la puerta fué al encuentro de su amigo, que volvía desalentado. Argensola ya no tenía por loco al doctor Julius von Hartrott.
Lo ocurrido á Von Kramer la había hecho recelosa y suspicaz, y cuando necesitaba auxiliares sólo admitía á sus compatriotas que vivían en Barcelona. Una banda feroz y decidida se había agrupado en torno de ella. Eran refugiados procedentes de las repúblicas de América del Sur, parásitos de las ciudades de la costa ó vagabundos de las selvas del interior.
Una cacería humana iba á desarrollarse en la noche, y él, Ferragut, sería el gamo acosado por la canalla del bar. «¡Ah, no!...» El capitán se acordó de Von Kramer galopando míseramente en pleno día por los muelles de Marsella... Si lo habían de matar, que no fuese huyendo. Continuó su avance con paso rápido. Adivinaba el plan de sus enemigos.
"Si hubo alguna vez un poeta dice von Schack en su Historia a quien su nación no sólo debe un drama sino una literatura dramática completa, lo fué, sin duda, nuestro español." En Lope, realmente, tenemos que saludar al fundador de nuestro teatro nacional.
Tan profundas raíces habían echado en el suelo de España las ideas francesas; hasta tal y tan inconcebible extremo había renegado de su patria y de sus obras nacionales gran parte de los modernos españoles, que, cuando en el año 1818, dió á conocer nuestro ilustrado compatricio Böhl von Faber las opiniones de Schlegel sobre Calderón, se levantó en toda la Península general clamoreo contra ellas; esta disputa se continuó con el mayor ardor en periódicos y en folletos, y un alemán ¡triste es decirlo! hubo de defender al gran poeta castellano contra los mismos españoles.
Los aplastaremos, para que no perturben otra vez la paz del mundo. Y á ese maldito sujeto de los bigotes tiesos lo expondremos en una jaula en la plaza de la Concordia. Chichí, animada por las afirmaciones paternales, se lanzaba á imaginar una serie de tormentos y escarnios vengativos como complemento de tal exposición. Lo que más irritaba á la señora von Hartrott eran las alusiones al emperador.
Von Hartrott seguía presidiendo sociedades patrióticas y hacía planes de engrandecimiento sobre la próxima victoria, pero había envejecido mucho en los últimos meses. El «sabio» era el único que se mantenía firme. Las desgracias de la familia recrudecían la ferocidad del profesor Julius von Hartrott.
Palabra del Dia
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