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Actualizado: 7 de junio de 2025
Ha conseguido volverme loco... me ha hecho perverso en todo sentido... ¡Ah! le juro que ella misma ha de convencerse de lo que digo. ¡Ahora hace un instante, me negaba un favor baladí... y todo por ultrajar a esa mujer... que vale bien poco, es verdad... pero que, de cualquier manera que sea, es mejor que ella...! ¡Pues bien, o nos dará una satisfacción a la baronesa y a mí, o le mataré a su marido!... De todos modos lo aborrezco; un hombre honrado y todo lo que se quiera... pero a quien aborrezco, sí... ¡hará el retrato de mi amante o lo mandaré al otro mundo!...
Por lo demás, se alternaban con su hija para ir a ver a la enferma. Esta había tenido un buen día, tan bueno que por primera vez después de quince días no hubo esa noche subida seria de fiebre, y aunque me quedé hasta la una por pedido de Ayestarain, tuve que volverme a casa sin haberla visto un instante. ¿Se comprende esto? ¡No verla en todo el día! ¡Ah!
Pero qué quieres, mi destino, mi triste destino... Yo empeñada en ser bueno, y Dios, la Providencia y mi roío destino empeñados en que he de ser mala. Salí de la cárcel, le debía dinero, no tenía sobre qué caerme muerta, me llevó a su casa, me dio cuanto necesitaba, mucho más de cuanto necesitaba... Yo tengo este defecto de volverme loca con el lujo.
Mira cuán horrible es todo esto, y domínate por Jesús Crucificado y por su bendita Madre María Santísima. ¡Qué fácil es dar consejos! contestó Pepita sosegándose un poco . ¡Qué difícil me es seguirlos, cuando hay como una fiera y desencadenada tempestad en mi cabeza! ¡Si me da miedo de volverme loca!
Acerqué el caballo a la puerta principal. ¡Cómo me río ahora de aquellas timideces mías! Cerca de la hacienda, al descubrir el caserío a través de las arboledas, me sentí tentado de volverme a Villaverde, y desde allí escribir cuatro letras, dar las gracias al señor Fernández, y renunciar al destino.
Deseaba llegar a Villaverde, y me sentía tentado de volverme a la hacienda, y huir, huir a las montañas, a los bosques, a ciudades remotas, para no saber nada, nada de lo que acontecía en mi casa.
Usted, que podría volverme todo lo que he perdido, la esperanza, la paz, la bondad, la estimación de mi misma... ¡Ah! hubo un momento en que me creí salvada... en que tuve por la primera vez un pensamiento de dicha, de porvenir, de orgullo... ¡Desgraciada! Habíase apoderado de mis dos manos; sumergió en ellas la cabeza, en medio de sus largos y flotantes rizos, llorando desesperadamente.
ELECTRA. Bromas impertinentes quizás, porque Máximo es muy serio... ¿Cree usted, señor mío, que debo yo volverme muy grave? MARQU
Iba sufriendo cruelmente, y no me pasaba siquiera por la imaginación la idea de que podía evitar aquel sufrimiento con sólo volverme atrás.
La joven le leyó, se dominó, se puso pálida, y miró con una elocuente ansiedad á la reina. Sí, sí; ve amiga mía dijo la reina ; pero no te olvides de decir á doña Juana que la espero para volverme á mi cámara. Doña Clara se arrojó á los pies de la reina, y la cubrió las manos de besos y lágrimas. Luego se levantó y dió á correr, como una loca, hacia sus habitaciones.
Palabra del Dia
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