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Y lo tuvo. He dicho ya muchas veces, y lo repito ahora por última vez, que estoy resuelto a no ingerir ningún alimento vegetal. De hoy para siempre sepan todos ustedes que no quiero carbonatos en mi sangre, sino fosfatos. Si ustedes se obstinan en servirme vegetales, seré capaz de volverme a mi gabinete sin comer.

Estuve poco tiempo; al llegar, me robáron quanto traía unos rateros en la plaza de San German; luego me reputáron á mi por ladron, y me tuviéron ocho dias en la cárcel; y al salir libre entré como corrector en una imprenta, para ganar con que volverme á pié á Holanda. He conocido la canalla escritora, la canalla enredadora, y la canalla convulsa.

Sepa usted que ni uno solo de los recuerdos de aquella época se ha borrado diré más aún, ninguno de ellos se ha debilitado y no le causará asombro el que divague hablándole de reminiscencias que tienen el poder de rejuvenecerme al punto de volverme niño. Hay nombres de lugares especialmente, que nunca he podido pronunciar a sangre fría, y el de Trembles es uno de ellos.

Claro está que si yo estuviese siempre reconcentrado en el Uno, no la amaría; pero, volviéndome, y no puedo menos de volverme, al mundo exterior, ¿qué hallaré en todo él que represente mejor al Bien y al Uno mismo? ¿Qué imagen, qué trasunto, qué destello de la belleza increada descubrirá el sabio que valga más que la mujer hermosa?

Me parecía que doce mil duritos no eran de despreciar por quien nada tenía que ver con ellos, máxime cuando no se le compraba ningún servicio extraordinario, sino tan solo que se callase y dejase hacer. Para no volverme atrás de este propósito, hablé del asunto al conde. Si tuviera mucho tiempo para rumiarlo, es casi seguro que concluiría por vacilar y arrepentirme; me conozco bien.

Cuanto más se acercaban a la aldea, más gente encontraban; pero como Marta se consideraba ya libre del alcance de sus enemigos, no reparó en las miradas de sorpresa de los campesinos y siguió su camino hasta que el guardabosque se detuvo delante de una gran casa y le dijo sonriendo: Señora, ésta es la casa del señor Bergams; ¿puedo volverme a Orsdael?

»Con esto resolví volverme después de dos días, porque no había agua que beber; y en estos dos días que estuve allí, fué forzoso beber de unos charquitos que se habían juntado en una cañada, una legua del pueblo, de un aguacero que cayó, que más era barro que agua; y de una poca que ellos tenían recogida, llovediza, en unos calabazos, nos dieron uno, por gran fineza, y vendido por un poco de maíz.

-Más dice la señora Teresa de lo que piensa -dijo el paje-; y denme de comer y despáchenme luego, porque pienso volverme esta tarde. A lo que dijo el cura: -Vuestra merced se vendrá a hacer penitencia conmigo, que la señora Teresa más tiene voluntad que alhajas para servir a tan buen huésped.

Acéptelo, y déjese de querer a ingratos... Fortunata se había puesto tan desasosegada, que no oía las amorosas confianzas del farmacéutico. «Abur, abur dijo levantándose . Tengo que volverme a mi casa». Vamos a ver... Y si vuelve esta tarde, ¿qué le digo? Quítese usted allá... indicó ella corriendo hacia la puerta, y el otro detrás.

Estoy yo ahora reventando de pena por ver mi sayo verde roto, y vienen a pedirme que me azote de mi voluntad, estando ella tan ajena dello como de volverme cacique.