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Repetía a la pobre madre que Germana vivía, que la enfermedad parecía haberse detenido y que aquella dichosa suspensión de una marcha fatal daba derecho a esperar un milagro. No se alababa de curarla y decía a la señora Chermidy que sólo Dios podía aplazar indefinidamente la viudez de don Diego. La ciencia era impotente para salvar a la joven condesa de Villanera.

Beatriz entrega el ducado, el otro perdona la deuda, y pata... Pero lo más chistoso es que Lucy dota a Gonzalito en cuatro millones... ¡Qué delicia!... De modo que, en caso de viudez, Gonzalo quedará siempre prince douairier, es decir, douairier de Matapuerca.

Del doctor, de su segundo marido, no se acordaba para nada. Aquel buena pieza, con sus infidelidades, no tenía derecho a exigirla cuentas por lo que pudiera hacer. Lo que más extrañeza le causaba era que se mostrasen ahora en ella tan terribles escrúpulos, cuando a raíz de su primera viudez había caído fácil e insensiblemente en los brazos de Pajares.

Felicita, a los pocos días de su doncellil viudez, fué a visitar al Padre Alesón, a fin de instruirse en lo atañedero a la regla monástica de las diversas órdenes religiosas femeninas, y también de una ridícula pequeñez, que era para ella extremo de suma importancia: los hábitos que visten cada cual.

Tenía ya catorce años y llevaba dos de carrera con brillantes notas cuando falleció su padre. Su pobre madre tuvo la debilidad de casarse antes de cumplir los dos años de viudez con un sujeto de carácter bondadoso, pero dominado por el vicio del juego, y después de casado también por la embriaguez. Aquello fue un desastre.

Tengo salud excelente, un humor más bien alegre que melancólico, no me siento con vocación para una viudez perpetua y me pregunto algunas veces si no obraría muy santamente casándome de nuevo...

Por fin, la señora Eusebia había decidido casarse, sin la ayuda de la Iglesia ni del Estado, con aquel consocio que la cortejaba desde su viudez, y esperando el momento de que se ablandase, había contraído matrimonio con varias comadres del barrio. Los traperos celebraron con gran algazara la unión de estos dos «comerciantes», los más antiguos de la busca. ¡Vaya un par de carroñas!

Solo en la segunda mitad del siglo XIV visitó cuatro veces la escuálida y mortífera peste la floreciente region de Andalucía: la primera vez hizo presa real matando sobre Gibraltar al orgulloso vencedor de Benamarin; las otras tres produjo tan grande mortandad, que para repoblar el reino yermo de gente, fué preciso revocar en el año 1400 la ley antigua que prohibia á las mujeres contraer nuevas nupcias antes de cumplir el año de viudez.

Hasta los mismos pensamientos se adivinaban allí, se divulgaban y se comentaban, como el pensador no pensase con mucho disimulo y muy para dentro. Debemos, pues, creer que don Paco no había tenido amoríos, a no ser muy efímeros y livianos, y que ni siquiera, durante su larga viudez, había pensado en semejante cosa.

Estaba condenada, con veinte años de edad y tanta hermosura, a la viudez perpetua, a la soledad, a amar a quien no la amaba. Todo otro amor era imposible para ella. El carácter de Pepita, en quien los obstáculos recrudecían y avivaban más los anhelos, en quien una determinación, una vez tomada, lo arrollaba todo hasta verse cumplida, se mostró entonces con notable violencia y rompiendo todo freno.