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Actualizado: 25 de julio de 2025


A decir verdad no ocultaré que casi me avergüenza el pensar que el dolor del padre ha sido más intenso y más mortífero que el del novio, pero al reflexionarlo con detención pienso que quizá no es cosa tan admirable, el sucumbir de pena, como el vivir en la viudez solo, grave y resignado, tratando con generosa, bondad a los demás hombres, tomando parte en sus actos sin menospreciarles, y en sus ideas sin que ejerzan en el ánimo influjo alguno.

El no la conoce, no la ha visto nunca; ama a otra y abriga una esperanza bien triste para nosotros al decidirse a colocar una esposa legítima entre su amante y él. Pero cuanto mayor sea su interés en esperar el día de la viudez, más creerá de su deber el retrasarlo.

Desde que mi dicha depende de una doble viudez, me he prometido siempre partir un millón entre las almas caritativas que me librasen de mis enemigos. En un cajón de mi secreter había quinientos mil francos para ese mandarín que ya no existe. »Tumba de los secretos, quemará usted mi carta, ¿no es verdad? Queme también los periódicos que hablan de este asunto.

Quando moria un casado, y queria ser santa su cara esposa, se quemaba públicamente sobre el cadáver de su marido, en una solemne fiesta, que llamaban la hoguera de la viudez; y la tribu mas estimada era aquella en que mas mugeres se quemaban.

Suspensa el alma, la mirada anhelante y fija por descubrir lo que envolvía en sus sombras la oscura calle; aguzando el oído por coger una palabra, entre el murmullo de las voces de los que hablaban bajo sus miradores, que le fuese indicio de quiénes eran los que en aquella hora la rondaban, la hermosa indiana estúvose con su doncella Florela; y asomándose a la entreabierta vidriera de una ventana de su cámara, en la cual había matado la luz, toda era cuidado y toda congojas; que enamorada estaba, no embargante su viudez, lo que decía con harta elocuencia que, o no había amado al difunto marido, o que le había amado tanto, que, por la dulce costumbre, sin amor no podía pasarse.

Y aun creo que si aquélla fuese grande y se colocara en medio el árbol que les es común, fácilmente harían en él sus crías, bajo su protección, señora, confiándola á usted sus pequeñuelos. Existencia seria, encantadora. ¡Qué soledad tan agradable en este intermedio de la vida, mientras dura esa rápida viudez! La situación es enteramente nueva: nada de tráfago casero, nada de negocios.

Estuvo Torquemada el Peor, los primeros días de su viudez, sin saber lo que le pasaba, dudando que pudiera sobrevivir á su cara mitad. Púsose más amarillo de lo que comunmente estaba, y le salieron algunas canas en el pelo y en la perilla.

Aquellos hombres eran alguaciles y traían linternas. Doña Juana de Velasco, duquesa viuda de Gandía, era camarera mayor de la reina. La viudez ú otras causas que no son de este lugar, habían empalidecido su rostro y poblado, aunque ligeramente, de canas sus cabellos.

Con la mejor intención del mundo y la mayor abnegación, pensando que cuanto su hermano proponía era lo más conveniente, decidió quedarse solo, añadiendo a su viudez la orfandad en que la partida del muchacho había de dejarle.

Te aseguro que lamenté y lloré mi viudez con no menor abundancia de lágrimas que las que vertería la más fiel y enamorada de las esposas a quien se le muriese, en la flor de la juventud, su idolatrado y gentil marido. No se afligió más que yo Artemisa con la muerte de Mausolo, ni Victoria Colonna con la del Marqués de Pescara, ni la propia Venus con la de Adonis. Y esto se explica muy bien.

Palabra del Dia

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