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Actualizado: 25 de julio de 2025
Y la verdad es que, en el fondo del espíritu de los granadinos de ambos sexos, hay no sé qué vaga sombra de esa viudez, de esa orfandad, de esa realeza y de ese destronamiento. Y aquí tenéis explicado el por qué los poetas y poetastros de aquella tierra somos elegíacos hasta lo sumo, y «cómo, á nuestro parescer, cualquiera tiempo pasado fué mejor.»
Durante unos cuantos meses, mientras estuvo reciente la viudez, se contuvo por buena educación, por buen gusto, pero luego usó con ella su lenguaje habitual, diciendo cuanto quería descaradamente, provocando su risa, como si a fuerza de bromas pretendiese distraerla y alegrarla.
En seguida, después de mirarse unas a otras, se fijaron en ella con cierto embarazo y cambiaron la conversación. Sin duda aquélla, la mayor de las hermanas, había sido para su padre un ser de adoración, el motivo amoroso de su muerte; y acaso en una viudez virginal, se había ella consagrado a la fidelidad de un cariño que a través de la muerte perduraba por la comunicación doliente de sus almas.
Las potencias occidentales habían designado para rey de Grecia, al príncipe de Cabourg, viudo de la princesa Carlota, heredera del trono de Inglaterra. Este príncipe se encontraba en París: yo le conocí en Italia durante el tiempo de su viudez, y adquirí con él una amistad tan íntima como sincera.
Padecer por él, llorar por él, verse condenada por él a soledad horrible y a viudez prematura, es sacrificio santo que hago en aras de su amor y que encierra una virtud beatificante. Tú estás más prendada de su doctrina que de su persona. Yo adoro su persona, y en parte desecho su doctrina. Por amor suyo la desecho.
Otro reclama mis cuidados; otro amigo más desdichado que usted... ¡porque él es culpable! »Y se ausentó Teobaldo. »Me quedé sola, pues, en aquella casa que tan bella me había parecido siempre y cuya soledad me causaba, a la sazón, una profunda tristeza; los primeros meses de mi viudez los pasé sin recibir noticia alguna de mis amigos; ¿a que se debía este silencio de su parte? Lo ignoraba.
Y Frígilis, no sin ponerse colorado al hacerlo, falsificó la firma de Ana, y después de algunos meses le presentó la primera paga de viuda. Y era tal la necesidad; tan imposible que por otro camino tuviera ella lo suficiente para vivir, que la Regenta, después de llorar y rehusar cien veces, aceptó el dinero triste de la viudez y en adelante firmó ella los documentos.
Y era tanto más fácil este grabado cuanto que don Paco no sólo estaba muy de recibo, sino que tenía hermosa presencia y la merecida reputación de ser el hombre más entendido y discreto de Villalegre. Además, doña Agustina y doña Inés lo sabía de buena tinta estaba harta de viudez y de tener el corazón vacío o como tabla rasa y lisa, y deseaba hallar algo digno de que en él se grabase.
Había allí concordancias de la sota de bastos con el ocho de copas, que anunciaban nada menos que amores secretos de mucha duración; apariciones del ocho de bastos, que vaticinaban riñas entre cónyuges; reuniones de la sota de espadas con la de copas patas arriba, que encerraban tétricos augurios de viudez por muerte de la esposa.
Don Esteban había sufrido grandes pérdidas en negocios extravagantes aceptados por bondad; pero aun así, dejaba fortuna suficiente para que la esposa viviese una desahogada viudez entre sus parientes de Barcelona. La pobre señora no sufrió otra contrariedad en el arreglo de su nueva existencia que la rebeldía de Ulises.
Palabra del Dia
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