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Actualizado: 3 de junio de 2025


Esta arrojó al Romano caballero En el abismo de la ardiente cueva, De limpio armado, y de luciente azero. Desde la ardiente Libia hasta la helada Citia lleva la fama su memoria, En grandiosas obras dilatada. Enfin ella es la altiva vanagloria, Que en aquellas hazañas se entremete, Que llevan de los siglos la vitoria.

Los cuatro Capitanes que iban de vanguardia, con hasta 20 particulares que fueron con ellos y algunos soldados que les siguieron, pelearon valerosamente, diciendo á grandes voces: «¡Vitoria, vitoriaque hicieron desamparar las trincheas á los turcos y llevaron reculándolos hasta pasar el torreón que estaba sobre el turrión de San Juan, de donde tiraban los enemigos artillería y fuegos artificiales.

Estrechó más aquella antigua amistad, originada en peligros y desgracias comunes, la generosidad con que Monsalud salvó por entonces al flamante coronel de sus ahogos pecuniarios, que le habían traído a un estado de horrible desesperación. Seudoquis fue destinado a servir en Vitoria.

Dos importantes viajeros, francés el uno, español el otro, envuelto éste en su capa, y aquél en su capote, venían dentro. Llegó el veloz carruaje a las puertas de Vitoria, y una voz estentórea, de estas que salen de un cuerpo bien nutrido, intimó la orden de detener a los ilusos viajeros. ¡Hola, eh! dijo la voz, nadie pase. ¡Nadie pase! repitió el español. ¿Son ladrones? dijo el francés.

Su madera es muy poco estimada en construcción, no teniendo otra aplicación que la construcción de pancos. Lanete, segundo orden, madera fina, blanca de hueso ó ceniza; se construyen sillas iguales á las de Vitoria. Muy apreciada para construcción de muebles. Malatapay. Para construcción de muebles: de tercer orden. Malarujat.

En estremo contento, ufano y vanaglorioso iba don Quijote por haber alcanzado vitoria de tan valiente caballero como él se imaginaba que era el de los Espejos, de cuya caballeresca palabra esperaba saber si el encantamento de su señora pasaba adelante, pues era forzoso que el tal vencido caballero volviese, so pena de no serlo, a darle razón de lo que con ella le hubiese sucedido.

A cuyo claro y singular renombre Se postran quantos puertos el mar baña, Descubre el sol, y ha navegado el hombre. Arrojose mi vista á la campaña Rasa del mar, que truxo á mi memoria Del heroyco Don Juan la heroyca hazaña. Donde con alta de soldados gloria, Y con proprio valor y airado pecho Tuve, aunque humilde, parte en la vitoria.

Como los moros vieron caminar esta gente adelante, alteráronse, paresciéndoles que no se afirmaba el campo aquella noche en los pozos, sino que pasaban al castillo, questaba poco más de dos millas de allí, donde tenían los más facultosos las mujeres y hijos y haciendas; y como entre ellos había muchos de la parte de Dragut, amigos de alteraciones y revueltas, que no venían bien en que se hiciese paz, con esta ocasión comenzaron á decir á los demás: «Ya veis que los cristianos pasan al castillo con desinio de tomar nuestras mujeres y hijos por esclavos: lo mismo querían hacer de nosotros; mejor es que muramos peleando por nuestra libertad, que no dejarnos engañar con palabras y ser esclavos, cuanto más, que siendo como somos doblada gente que ellos, sanos y rebustos, haciendo lo que debemos, no hay duda sino que será nuestra la vitoria, siendo los cristianos tan pocos y muchos dellos enfermos y malparados.

Vitoria, San Sebastian é Irun, son tres lindas ciudades, aseadas y hermosas, notables por su animacion y riqueza: abundan las fábricas de fundicion y el trabajo se hace oir en todas partes. Vitoria y San Sebastian cuentan buenas plazas y edificios: Irun tiene una bonita casa de villa. De Irun á la frontera de Francia solo debo hacer notar una santa emocion que me conmovió.

Estos tres cuadros nos fueron robados por los franceses en 1808; pero los españoles los reconquistamos con las armas en la mano en el ataque de Vitoria.

Palabra del Dia

rigoleto

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