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Actualizado: 3 de junio de 2025


La voz de la vitoria se refresca, Vitoria suena aqui, y alli vitoria, Adquirida por nuestra soldadesca, Que canta alegre la alcanzada gloria. Al caer de la maquina excesiva Del esquadron poetico arrogante Que en su no vista muchedumbre estriba: Un poeta, mancebo y estudiante, Dixo: caipaciencia, que algun dia Será la nuestra, mi valor mediante.

Yo, que había avisado al otro que ellos dejarlas y él tomarlas y pescarse a casa fuese todo uno, hízolo así; y al entrar todos quedéme atrás el postrero, y en entrando ellos mezclados con otra gente que entraba, di cantonada y emboquéme por una callejuela que va a dar a la Vitoria, que no me alcanzara un galgo. Aquella noche anduvieron todos los patios reconociendo las caras y mirando las armas.

¡Cuán dichosa tarde, aquella en que sentados en el suelo al rededor de una silla de Vitoria, ante una humeante ponchera, se inauguró lo que desde luego fué bautizado con el poético nombre de El Nido, y se acordó por unanimidad la conveniencia de amueblarlo... si la próxima sesion habia de levantarse con pantalones completos.

Ella con jaqueca, tumbada en el sofá de Vitoria y fija la vista en la pared. Al caer la tarde, cuando escasea la luz, cree ver dibujarse sobre la blanca superficie del muro una serie de escenas en que don Juan, arrodillado a sus pies, le pide perdón con frases muy apasionadas. Por desgracia o por fortuna aquello es una visión destituida de realidad, un sueño, porque si él entrase... ¡sabe Dios!

Vitoria, San Sebastian é Irun, son las tres poblaciones de importancia que se encuentran en el camino de Madrid á Bayona. Sabido es que nuestras Provincias Vascongadas son un modelo de laboriosidad y cultura: allí la tierra no permanece ociosa, como en Aragon, que solo puede visitarse por tener el honor de penetrar dentro de los muros de la inmortal Zaragoza.

La diosa, por hacerle gusto y fiesta, La túnica y el velo deja aparte, Sus armas toma, y de la selva parte, Del yelmo y plumas y el arnés compuesta. Pasó por Grecia, y Palas vióla en Tebas, Y díjole: "Esta vez tendrá mi espada Vitoria igual de tu cobarde acero." Venus le respondió: "Cuando te atrevas, Verás cuánto mejor te vence armada La que desnuda te venció primero."

De entonces acá cada alavés de aquéllos es un portero, y Vitoria es un cucurucho tumbado en medio del camino de Francia: todo el que viene entra; pero hacia la parte de acá está el fondo del cucurucho, y fuerza es romperle para pasar. Pero no ocupemos a nuestros lectores con inútiles digresiones.

Representole quan pequeña gloria Era llevar de aquellos miserables El triunfo infausto, y la cruel vitoria. El dixo: si los hados inmudables No huvieran dado la fatal sentencia Destos en su ignorancia siempre estables. Una brizna no mas de tu presencia Que viera yo, bellisima señora, Fuera de mi rigor la resistencia.

Hiciéronle atravesar un ancho corredor dado de cal, con alto zócalo de azulejos, y entró en un cuarto espacioso, donde todo el mueblaje consistía en un par de docenas de sillas de Vitoria, y en uno de cuyos muros se veía una estatuilla de la Virgen de Lourdes con las manos cruzadas sobre el pecho, túnica blanca y faja azul.

Todos con instrumentos en las manos De estilos y librillos de memoria, Por bizarria y por ingenio ufanos. Codiciosos de hallarse en la vitoria, Que ya tenian por segura y cierta, De las heces del mundo y de la escoria. Pero Mercurio les cerró la puerta: Digo, no consintió que se embarcasen, Y el porque no lo dixo, aunque se acierta.

Palabra del Dia

rigoleto

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