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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Por otra parte, Toribión de Lorío, el de las recias espaldas y de la voz de bronce, que gritaba tanto como veinte hombres juntos, y el bravo Firmo de Rivota celebraron consulta rápidamente en medio de la pelea. Convinieron en que, desembarazados de la gente de Villoria, los de Entralgo, por sí solos, no tardarían en ceder.
Caminaban los tres la vuelta de Villoria un sábado del mes de Julio, víspera de la romería del Carmen. En vez de seguir el camino real que por el fondo de la estrecha cañada conduce á aquel lugar, habían tomado por el monte arriba entre castañares y robledales, no tanto para guardarse de los rayos del sol como de las miradas de los indiscretos. Porque es de saber que los tres mozos llevaban á Villoria una embajada extraordinaria, una misión delicadísima que exigía tanto sigilo como diplomacia. Sus convecinos los habían diputado para dar satisfacción á los mozos de Riomontán, de Fresnedo y de la Braña.
Bartolo volvió la cabeza. ¿De qué os reís? ¿De qué ha de ser? ¡De ti! respondió su primo. ¿Sabes lo que te digo, Bartolo? manifestó Celso con mucha calma. Habían llegado ya á las alturas que dominan el lugar de Villoria. La cañada se ensanchaba un poco allí y en las amenas praderas que el riachuelo dejaba á entrambas orillas estaba asentado el pueblo, el más grande y poblado después de la capital.
Hartos de apalear y perseguir á los de Lorío, no tardaron en llegar los zagales victoriosos de Entralgo y de Villoria lanzando gritos de triunfo. De nuevo se puebla el campo de romeros y por algún tiempo reina la misma animación. Los mozos vencedores, ebrios de alegría, quieren depositar su triunfo á los pies de las rapazas y les ofrecen sus monteras llenas de confites y avellanas tostadas.
Para comunicarse con la Pola el pueblo de Entralgo no tenía puente. Se necesitaba subir dos kilómetros río arriba para hallar uno de piedra de antiquísima construcción. Y como era molesto el rodeo, los vecinos de la parroquia y también los de Villoria utilizaban una barca. El estampido de los cohetes se fué aproximando y los sonidos de la gaita haciéndose más claros.
Los de Lorío y Condado á su vista se arrojan con más brío sobre los de Entralgo y Villoria y redoblan su valor y sus esfuerzos.
Todo inútil: á la primera ocasión, Talín se mostraba igualmente suspicaz y grosero. Pues ahora caminaba delante con las orejas hacia atrás y el rabo tieso, mirando á menudo á su amo con ojos donde á la alegría natural que le producían las excursiones se juntaba cierta extraña inquietud. Lo mismo le acaecía siempre que á su amo se le antojaba ir á Villoria. Y había motivo para ello.
Una parte de ellos persigue á los fugitivos por el camino de Villoria; otros siguen á los que huyen por la calzada de Entralgo. Toribio desdeña esta persecución. Con el garrote en alto y dando feroces gritos, que resuenan temerosamente en el valle pasea su furor y su triunfo por todo el campo de la iglesia. Bartolo. Media hora después no quedaba un ser viviente en este campo.
No hay un solo mozo en la parroquia de Entralgo que no esté en fe de que si vosotros hubierais entrado en la gresca no se hubieran reído de nosotros. Porque, te lo digo en conciencia, te lo digo en verdad, los de Fresnedo y Riomontán sois la nata de Villoria, y tú, Nolo, vales más que ninguno de ellos. ¿Qué respondiste tú, valeroso Nolo, á tan hábil y halagüeño discurso?
Si no le diste alcance no fué porque te faltasen piernas, sino porque no quisiste que los mozos del Condado te cortasen la retirada. Pero en aquella ocasión por su fuerza y por su audacia se distinguió Nolo, el hijo del tío Pacho de la Braña, entre todos los hijos de Villoria y Entralgo y ganó gloria imperecedera.
Palabra del Dia
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