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Actualizado: 6 de junio de 2025
Aquí lo que importa es vigilar mucho, y fuera de esto, cada uno puede hacer lo que mejor le parezca para pasar la noche.... A estas horas duermen Dios y los santos. Algo tienen que descansar después de pasarse el día oyendo súplicas y cánticos, recibiendo incienso y ardiéndoles los cirios junto a la cara.
Era evidente, entonces, que la entrevista debía verificarse en ese punto, el 6 de marzo, dado que no había otro templo de ese nombre. Si mientras tanto no podía conseguir mayores datos sobre Paolo Melandrini, estaba decidido a acudir a la cita y vigilar al que estuviese allí.
Al día siguiente, es decir, ayer muy temprano, había partido á caballo para vigilar en los alrededores el corte de algunos bosques. A eso de las cuatro de la tarde volví en dirección al castillo, cuando en un brusco recodo del camino halléme súbitamente de frente á frente con la señorita Margarita. Estaba sola. Disponíame á pasar, saludándola; pero ella detuvo su caballo.
Gastaba ropas muy sencillas y las llevaba modestamente, pero con la confianza y el desahogo que procede de la convicción de que el traje no tiene importancia. Acogió a Oliverio, más bien que como a un amigo, como a un mozo a quien es necesario vigilar y respecto del cual conviene esperar antes de colocarle de lleno en la más estrecha intimidad.
En aquella rada silenciosa, en medio de la oscuridad rápidamente caída sobre las ondas, aquel cuadro de presidio revelado por las luces que servían para vigilar á sus míseros habitantes, infundía en el pensamiento de los dos amigos, una profunda tristeza. ¡Cuántos dolores, cuántas penas y cuántas cóleras fermentaban en aquella ciudad del crimen y de la vergüenza!
No podían, pues, los náufragos presentar el cuerpo al descubierto sin gravísimo peligro; pero sí defenderse desde dentro disparando a través de las hendrijas de las paredes y de las puertas. Distribuyéronse por todos los compartimientos de la casa para vigilar mejor los contornos, y se prepararon a repeler los ataques de aquellos tenaces asaltantes. No tuvieron que esperar mucho.
Bien notaba ella en su ropa la falta que le hacía una mujer... Se levantarían al romper el día: él a vigilar la salida de los gañanes para el tajo, ella a preparar el almuerzo, a limpiar la casa con las manitas que Dios la había dado, sin ningún miedo al trabajo.
Al cabo logró dominarse y resolvió en su interior vigilar a su hermana y saber de cierto si eran quimeras o realidades lo que pensaba. Al efecto, no perdió de vista a Pachín. Observó que el día mismo que Gonzalo había de dormir en Sarrió, fué a este punto con una comisión de Ventura, aunque él no era el encargado de hacer la compra. Cuando llegó quiso ver lo que traía.
¿Son valientes? Cuando los espolea el hambre, sí. Han exterminado y devorado las tripulaciones de algunos barcos. Hay que vigilar mucho y no dejar que ninguno se acerque sin nuestro permiso. Los chinos, tranquilizados, emprendieron otra vez la faena de preparar el trépang, mientras los pescadores salieron otra vez en busca de olutarias.
Aspiraba el señor de la Lage a que su sobrino se estableciese en Santiago, levantando la casa de los Pazos y visitándola los veranos solamente, a fin de recrearse y vigilar sus fincas; y al dar tales consejos a su yerno, los entreveraba con indirectas y alusiones, para demostrar que nada ignoraba de cuanto sucedía en la vieja madriguera de los Ulloas.
Palabra del Dia
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