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Actualizado: 29 de julio de 2025
39 Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. 40 Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? 41 Le dicen: a los malos destruirá sin misericordia, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a sus tiempos.
Los dos jóvenes se miraban con cierta vehemencia; pero al hablarse experimentaban una gran timidez, como si no se conocieran desde niños, como si no hubiesen jugado juntos cuando el señor Paco venía de tarde en tarde a visitar a su viejo camarada en la viña. El padrino sonreía socarronamente viendo la turbación de los muchachos. No parece sino que ustés no se han visto nunca.
29 Y cualquiera que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y la vida eterna tendrá por heredad. 30 Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros. 1 Porque el Reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña.
Rodeado de muchachas que me quieren como si fuese su papá. Reían los amigos del tono bondadoso con que hablaba el calavera de sus inocentes diversiones con el rebaño de vendimiadoras. Además, gustaba de quedarse en la viña por el fresco de la noche. Esto es vivir, señor Fermín decía en la explanada de Marchamalo, a la luz de las estrellas, aspirando la brisa nocturna.
Aquí llenó las esperanzas que de él se tenían con el fervor de espíritu y con la inocencia de la vida, teniendo todo su gusto en Dios. Tuvo por este tiempo noticias de la llegada á España de los PP. Cristóbal de Grijalva y Tomás Domidas, procuradores de esta provincia, que venían por operarios evangélicos para cultivar y mantener esta dilatada viña del Señor.
Que yo, Israel rebelde y obstinado, Ingrato siempre al cielo Derribaré tu Templo Y no ha de quedar piedra sobre piedra, Jerusalem, de ti, que hierba y piedra Han de cubrir tus calles Sin que piedad en los romanos halles. Mi viña siempre amada Te quitaré, villano pueblo hebreo, Y mi Iglesia sagrada Daré al pueblo gentil, pues ya le veo Dejar la Idolatría Por seguir la ley de gracia, mía.
El camino era difícil y se retorcía en espiral alrededor de la montaña; a uno y otro lado, las cepas de viña, cargadas de follaje, se inclinaban sobre él como para borrarlo. En la cumbre amarilleaba a la luz del sol poniente un edificio prolongado, con torre a la izquierda, y a la derecha un palomar derruido, sin techo ya.
Hasta allí había llegado, agrandada por comentarios, la noticia de lo ocurrido en Matanzuela. El capataz movió su cabeza reprobando el suceso, y la hija, aprovechándose de una ausencia del señor Fermín, increpó a su novio, como si éste fuese el único responsable del escándalo del cortijo. ¡Ah, mardito! ¡Por esto había estado tantos días sin presentarse en la viña!
Velázquez se fué calmando con la charla de su nueva querida. Y de esta suerte llegaron hasta la puerta de casa. La hermana de María vivía en una callecita estrecha del barrio de la Viña, cerca de la Catedral. Paca la de la Parra vivía algo más lejos, en el mismo barrio. Despidiéronse, pues, allí, ésta con su marido, Soledad, Antonio y otras dos mujeres, y siguieron adelante.
El señor Fermín reía en la viña, repitiendo a los trabajadores las ocurrencias graciosas del de San Dionisio. Eran bromas de acción, en las que siempre había una víctima; genialidades crueles, para regocijar a un pueblo rudo.
Palabra del Dia
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