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Actualizado: 25 de octubre de 2025


Hubo una cena, a la que asistió D. Jacinto, ignorando lo que iba a haber en ella, y le sentaron al lado de la seductora actriz, bella como nunca aquella noche, con leves y casi transparentes vestiduras, y adornados sus brazos y su desnuda y cándida garganta con ricos brazaletes y espléndido collar de perlas.

En vano el gozque, trizando con los dientes las vestiduras, pugnó por salvar a su bienhechora, evitando tan infeliz fracaso. Las fuerzas de la infeliz vencieron y la arrebataron al horrible abismo, que proseguía siempre en su mugir incesante. Un agudo gemido se oyó, y el aire los desapareció al punto.

Notamos, por último, el resplandor del oro y de la plata, el lujo de las vestiduras y la magnificencia de los que a recibirnos venían. Hice entonces que el cochero aguijase los caballos, y pronto estuve cerca del Rey Nanar, que venía en un soberbio palanquí de bambú, sándalo y nácar, sostenido por doce gallardos mancebos.

Paseando por los alrededores del Cenobio y admirando los vergeles que le circundaban, estuvieron Morsamor y su gente hasta que pasaron las horas del Recordatorio y volvieron al Cenobio los señores ancianos. Cosa de encanto les pareció el verlos venir. Con pausa solemne venían en dos hileras, como dos centenares de venerables viejos, vestidos de largas, flotantes y cándidas vestiduras.

Pero el P. Irene, albacea y ejucutor testamentario, rechazó una y otra proposicion y mandó vistiesen al cadáver con cualquiera de sus antiguos trajes, diciendo con santa uncion que Dios no se fijaba en vestiduras. Las exequias fueron, pues, de primerísima clase.

La aplicaron á una rodilla del gigante, y el hombre subió sus peldaños con agilidad, á pesar de las embarazosas vestiduras, procurando que los velos conservasen oculto su rostro. Al quedar de pie sobre un muslo del Hombre-Montaña, indicó con gestos su deseo de colocarse más en alto para hablarle.

Si iba a revestirse para decir misa, se encontraba la mayor parte de los días con el armario de las vestiduras cerrado: había que esperar a que D. Narciso llegase para pedirle la llave. Se prescindía de él en las funciones cuando era posible: no le convidaban a los gaudeamus que celebraban. Finalmente, le vejaban de todas las formas y maneras que se les ofrecía. Y no dejaban de ser bastantes.

En el otro cuarto, María de la Paz y Salomé habían exhumado de las profanas gavetas unas vetustas vestiduras de seda valenciana, que habían sido en mejores tiempos elegante ornato de sus personas.

Despues de arrojado al rio el cadáver de S. Eulogio, estaba por la noche de centinela en la torre de la Vela un soldado de Ecija, el cual, acosado de la sed, se pasó á beber al caz que por encima del muro llevaba el agua á los baños del Califa; y estando allí vió en el rio una gran claridad, y observó que encima del cuerpo del santo mártir, que sobrenadaba, se hallaban como suspensos en el aire unos ángeles con blancas vestiduras sacerdotales, salmodiando dulcemente. ¡Qué asunto para un artista de !

Al mismo tiempo el príncipe Don César, mancebo de singular belleza, casi femenina, y con el objeto de escapar de la solícita y angustiosa ternura de su madre, se viste á su vez de mujer, y con este disfraz se pone en camino hacia Ursino, para formar también parte de la turba de pretendientes: un suceso casual le impide abandonar sus vestiduras en ocasión oportuna, y llega así á la corte de Serafina.

Palabra del Dia

mármor

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