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Actualizado: 17 de octubre de 2025


Y mientras voy pienso todas estas cosas y me dedico un aplauso por mis dotes de lógico y filósofo. Llego al Español cuando están a mitad de un acto. No si entrar en la sala o permanecer en el vestíbulo hasta que acaben. Me decido por entrar; procuro no molestar con el ruido de mis pasos. Al sentarme suena una larga salva de aplausos. Yo miro al escenario y también aplaudo.

La extensa rampa que teníamos delante, y por la cual se sube á dicho vestíbulo, es la misma que se construyó para que el valetudinario Carlos V pudiese montar á caballo á la puerta de sus habitaciones, ó sea en el propio piso alto, librándose así de la incomodidad de las escaleras, que le eran ya insoportables.

Después del vestíbulo se encontraban tres o cuatro pasillos convertidos en salas de espera, de descanso, de conversación, de juego de dominó, todo ello junto y como quiera. Más adelante había otra sala más lujosa, con grandes chimeneas que consumían mucha leña, pero no tanta como decían los mozos. Aquella leña suscitaba graves polémicas en las juntas generales de fin de año.

Pensando que estarían todos arriba, traspasé la puertecilla que conducía a la escalera de las tribunas, pero en el vestíbulo, o más bien pasadizo, la gente que bajaba, tropezando con la que quería subir, formaba remolinos y marejada.

Ya está Salomón en el vestíbulo dijo el squire , y me parece que toca mi aire favorito: «El pequeño labrador de cabellos rubios». Nos quiere insinuar que no nos damos bastante prisa para oírlo tocar. Bob agregó dirigiéndose a su tercer hijo, mozo de largas piernas que estaba en el otro extremo de la mesa , abrid la puerta y decidle a Salomón que entre. Que nos toque aquí una pieza.

Bueno, lo que quieras; lo cierto es que nunca he pasado del vestíbulo, y hoy me dije: Aprovecharemos la ocasión y entraré a ver esos lujos tan mentados; de seguro que Nanita no me echará, de miedo que la ensucie sus bruselas.

Bajó al jardín, lo atravesó andando casi de puntillas, y subió desde el vestíbulo a las habitaciones de los duques, llevando las manos delante, como quien se arriesga a oscuras y sin guía por un terreno poco conocido. El rumor de sus pasos quedaba apagado por la tira de tupida alfombra extendida a lo largo de los corredores.

En el lado del norte tenia un grande arco de herradura, correspondiente al muro de refuerzo de la prolongacion debida á aquel Califa; en el lado de oriente tenia una gran ventana de arco angrelado, y dos puertas pequeñas á los lados, que comunicaban á la tribuna embellecida por Almanzor; en el lado de mediodia ostentaba, haciendo gala del estilo bizantino del tiempo de Al-hakem, una combinacion de arcos de segmentos que se cruzaban en el espacio y formaban aspas de undosas cintas en los intercolumnios, en todo semejante á la decoracion que desplegaba enfrente el vestíbulo del Mihrab.

»Apoyado en mi brazo, quiso dar un paseo en el parque, paseo que le hizo mucho bien, y volvimos al castillo; en el vestíbulo se presentó a nosotros un hombre que nos aguardaba... ¡Era Gerardo Broschi... era su padre! »Ha pasado un año le dijo el anciano con voz dulce, y me autorizaste para verte transcurrido este tiempo.

Entrad dijo Dorotea al bufón ; haced que esa orden llegue, como os he dicho, á las manos de doña Clara, y luego buscad al cocinero mayor, y hacedle que vaya á verme. El bufón salió de la litera. ¡A casa! dijo la Dorotea. La litera se puso de nuevo en marcha. El bufón, después de meditar un momento en el vestíbulo, se entró resueltamente en la secretaría de Estado.

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