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Actualizado: 17 de julio de 2025


En este vestíbulo, vigilando las pesadas y la entrada y salida de los fardos, solía verse un señor que no era mas que algo como un conserje o portero; pero que, por su aspecto, parecía un personaje. En la casa, medio en serio, medio en broma, le conocían por don Paco. Yo le llamaba el Almirante y también el primer lord del Almirantazgo.

Como si las palabras de Roussel hubiesen tenido el poder de evocar á la que todos temían ver aparecer, una campanada resonó en la puerta, la verja del jardín se abrió y en la vaga obscuridad del crepúsculo, avanzó una sombra negra, silenciosa, amenazadora. Siguió la calle de árboles, llegó á la escalinata, la subió lentamente y desapareció en el vestíbulo.

Su madre, muy emperifollada, de capota rosa y abrigo de terciopelo, acababa de salir con Angelita, después de decir aquello sobre la música, que hizo sonreir a Susana... Sonaron dos golpecitos en la puerta del vestíbulo... La niña, ocupada, en el estudio de una cadencia, no oyó... La puerta se abrió y entró Agapo. ¡Chist! hizo, no te asustes, Nanita, que soy yo.

Al cruzar el vestíbulo y entrar en el corredor que conducía a la habitación de Laura, la atmósfera de aquella casa en que había nacido su gran amor tan súbitamente perdido para siempre, y donde ahora acaso estaba muriendo su dulce rival querida, la envolvió como en una realidad ardiente. Le parecía de cierto modo revivir. La habitación de Laura estaba ahí, a pocos pasos.

Se le franquearon todas las puertas, abriéndolas de par en par y resguardándose tras las hojas de ellas, como se abren las puertas del toril para que salga la fiera a la plaza. La última que cambió algunas palabras con ella fue Fortunata, que la siguió hasta el vestíbulo movida de lástima y amistad, y aún quiso arrancarle alguna declaración de arrepentimiento.

La puerta principal da á un buen vestíbulo, circuido de columnas jónicas, que sostienen un grande arco, orlado de trofeos militares. Este vestíbulo conduce al patio que se llama de honor, cuya longitud no bajará de ciento cuarenta á ciento cincuenta varas, sobre setenta de latitud.

La introducción natural, el vestíbulo del Océano para prepararse á conocerlo como es debido, es la melancólica corriente de los ríos del Noroeste, los dilatados arenales del Mediodía ó las landas de la Bretaña. Cualquiera que por una de estas tres vías se dirija al mar, quedará muy sorprendido de la región intermedia que lo anuncia.

Con cierto apresuramiento se fué llevando al joven hacia el vestíbulo del Casino, como si quisiera evitar la presencia de los grupos que llenaban el atrio. Teniente, voy á decirle una cosa... Necesito... pedirle un favor. Balbuceaba, no sabiendo cómo expresar un deseo que él mismo tenía por absurdo. Esta indecisión, unida á las vacilaciones de su voz, acabó por irritarle.

Ronzal, de la comisión que recibía a las señoras, se apresuró, en cuanto asomaron los de Quintanar en el vestíbulo, a ofrecer a la Regenta su brazo. ¿Cuál? «el derecho, sin duda el derecho pensó». Grande fue su pena al notar que Paco Vegallana ofrecía a Olvido Páez que entraba al mismo tiempo, no el brazo derecho, sino el izquierdo.

Bien sabía que él me amaba se dijo; pero ahora estoy segura de que yo también lo amo... ¡oh! ... yo también... De pronto, en uno de los grandes espejos de la puerta, vio reflejarse a los dos criados que estaban de pie inmóviles, junto a la mesa de encina del vestíbulo. Bettina dio algunos pasos en dirección al salón... Oyó alegres risas, y el vals que continuaba. Detiénese.

Palabra del Dia

godella

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