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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Allí tomó algunas barricas de vino, y al dia siguiente continuó su viage hasta el 22 de Abril, en que se verificó su arribo al puerto de Egmont, donde el teniente Guillermo Clayton, comandante del navío Pinguin, y de aquella plaza, recibió las órdenes del almirantazgo, para poner á bordo del Endeavour las municiones que pudiesen servir, y para que él y su tripulacion se embarcasen tambien para Inglaterra.

Y en el presente siglo, Tomas Colb, el año de 1708; Juan Chilperton el de 1720; Eduardo Wernon el de 1740; y el de 1741 el vice Almirante inglés, Jorge Anson; y en fin el viage del comandante Byron, hecho al rededor del mundo, y la descripcion puntual que de órden del almirantazgo egecutó del Estrecho, mencionando sus bahias, puertos, rios y ensenadas, el año de 1764.

El yate estaba inmóvil en el puerto de Mónaco. Casi toda su tripulación, compuesta de italianos, franceses é ingleses, lo había abandonado para ir á servir en las flotas de sus naciones. Sólo unos cuantos españoles continuaban á bordo, para mantener la limpieza del buque. El Gaviota II fué rebautizado por el Almirantazgo inglés antes de cederlo á la Cruz Roja.

En el puerto de Río Janeiro, después de cuarenta días de parada, desaparecían ya los botes bajo los tubulares que de ellos se habían apoderado; un estrecho inmediato á Australia contaba antes veintiséis islotes, y á la fecha hay ciento cincuenta bien establecidos, anunciando el Almirantazgo inglés que son en mayor número y que dentro de veinte años en toda su longitud de cuarenta leguas será impracticable.

El Almirantazgo, al cual probablemente inquietaba menos la suerte de Franklin que el famoso paso, indicaba siempre á sus expedicionarios el camino del Norte. Desesperada la pobre señora acabó por emprender ella misma lo que se le rehusaba con tal tenacidad, y equipando con gran desembolso un buque, emprendió el camino del Sur.

En este vestíbulo, vigilando las pesadas y la entrada y salida de los fardos, solía verse un señor que no era mas que algo como un conserje o portero; pero que, por su aspecto, parecía un personaje. En la casa, medio en serio, medio en broma, le conocían por don Paco. Yo le llamaba el Almirante y también el primer lord del Almirantazgo.

Palabra del Dia

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