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Actualizado: 11 de julio de 2025
Otro de los cargos, querido maestro, que los viejos hacen a las nuevas generaciones es su volubilidad, su mariposeo a través de todas las ideas. Cabalmente en el fondo de esa volubilidad veo yo un instintivo espíritu de justicia.
Vos me pareceis hombre discreto, le dixo, y si me hiciérais el favor de venir hasta mi casa, y exâminar mis asuntos, estoy cierta de que me sacaríais del cruel apuro en que me veo. No tuvo reparo Memnon en acompañarla, para examinar con madurez sus asuntos, y darle buenos consejos.
Cuando me escribieron dándome cuenta de una joven que se llamaba mi nieta, estuve muchos días preocupada con esto... He tenido mucha curiosidad de ver a usted..., y ahora que la veo, no puedo negarle que me interesa un poco.
No veo que bajo este aspecto pueda ofrecerse ninguna dificultad; pero la cuestion no está resuelta sino en su parte negativa, pues hasta aquí solo sabemos que el alma de los brutos no se corrompe ó no muere por descomposicion; fáltanos saber qué se hace de ella; ¿se anonada? ¿continúa existiendo? y en tal caso, ¿de qué manera? Estas son cuestiones diferentes.
No parece sino que ahora la veo, con aquella cara que del un cabo tenía el sol y del otro la luna; y, sobre todo, hacendosa y amiga de los pobres, por lo que creo que debe de estar su ánima a la hora de ahora gozando de Dios en el otro mundo.
Picando con el tenedor en el plato, para coger los garbanzos uno a uno, la señora de Jáuregui se decía lo siguiente: «Te veo venir... buena pieza. Ya sé yo las brisas que tú quieres. Después de zarandearte aquí, quieres zarandearte allá, porque se te va el amigo... Sí, lo sé por Casta. Los señores de la Plazuela de Pontejos se marchan mañana.
Con Orvion, Minuesa, y tambien Tera Cuyas aguas las mias acrecientan, He llenado mi seno en tal manera, Que los usados margenes rebientan; Mas sin temor de mi veloz carrera, Qual si fuera un arroyo, veo que intentan De hacer lo que tú, España, nunca veas, Sobre mis aguas, torres y trincheas.
"El pensamiento de que Adriana y Julio pueden enamorarse, ha hecho avivar mi pasión. Ahora, sí, es una verdadera pasión. Lo veo de continuo en mi pensamiento, lo siento en mi alma y me cantan en los oídos las palabras que llegó a decirme.
Yo, francamente se lo digo á usted, aunque soy en lo íntimo de mi corazón partidario amantísimo de mi Rey absoluto, cuando oigo á esos muchachos, y especialmente cuando veo á Alcalá Galiano subir á la tribuna, y empieza á echar flores por aquella boca, y después culebras, me da un escarabajeo tan grande, que me baila el corazón y me dan ganas de abrazarle.
Dijo, pues, ahogando un suspiro: Tienes razón, querida mamá; pero ¿qué quieres? me da miedo el mundo. ¡El mundo en semejante agujero! Aquí no hay más que personas conocidas, como el notario y el cura, y salvo el joven conde, no veo de quién puedes tener miedo. La buena señora no sabía qué razón tenía.
Palabra del Dia
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