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Actualizado: 1 de junio de 2025
Nunca se le olvidaría a don Álvaro un combate de amor que duró tres noches, y fue más glorioso para la vencida que para el vencedor. La escena representaba una panera, casa de madera sostenida por cuatro pies de piedra, como las habitaciones palúdicas sustentadas por troncos, y las de algunos pueblos salvajes.
Lo más importante era el grupo de objetos que colgaba en el lugar de la ausente cruz: un elefante de marfil adquirido por el conde en la India, una moneda auténtica del emperador Constantino encontrada en unas excavaciones en la Anatolia, y un falo de oro con un resorte engendrador de viles contorsiones. La mala suerte quedaba vencida.
Qué red tiene el demonio aqui tendida, Con que estorba al cristiano ir al cielo! O tierna edad, quan presto eres vencida! Siendo en esta Sodoma requestada Y con falsos regalos combatida. O quan bien la limosna es empleada En rescatar muchachos, que en sus pechos No está la santa fe bien arraigada!
Para entrar en ella les fue preciso cruzar por entre los grupos de campesinos, que abandonando sus hogares, acudían a saber de doña Inés. Subieron al cuarto de la enferma, que vencida ya por la dolencia, no pudo conocerles, y considerando ambos la situación gravísima, cada cual obró como quien era.
Ya está el hatillo hecho; ya nada falta; ahora, á dormir, que la noche va muy de vencida y hay que madrugar. Y á la mañana siguiente todos se reúnen en la estación: ellas locuaces y nerviosas, ellos simpáticos, con sus semblantes afeitados y sus sombreros blandos de fieltro; y todos alegres, por efecto de la costumbre que tienen de fingir. ¿Vámonos? Vámonos. Suenan un silbido y una campana.
Vistos por los Ricinos trujillanos, Con ánimo invencible belicoso, Contra aquellos caribes inhumanos Formaron campo grande y poderoso. Venido este negocio ya á las manos, De entre ambas partes fuè muy sanguinoso: Mas siendo los caribes de vencida, Las reliquias se ponen en huida.
Entre estos desdeñosos, dignos en nuestro sentir de reprobación, porque dejan el campo libre a los explotadores, había en el distrito un hombre a quien, vencida su inercia, seguiría toda una población. La población era la que ya conocen mis lectores con el nombre de Villabermeja.
Y al mismo tiempo le aplicó en el brazo un soberano pellizco. Jacinto lo recibió con más gusto que si todos aquellos ángeles y serafines que veía cruzar radiantes le hubiesen besado en la mejilla. Pero aún estuvo algunos momentos sin poder articular una palabra. Al fin se les desató á ambos la lengua. Ella, vencida ya aquella vergüenza que la obligaba á parecer desdeñosa, mostró en seguida la travesura y alegría de su genio.
La reina madre, vencida por el dolor, cae muerta en tierra, y las demás se arrojan sollozando sobre ella. Entonces se aparece la Fortuna, y las consuela en su aflicción exponiéndoles los cambios de la suerte, que produce, demuestra en un largo discurso que ninguna desdicha humana es eterna, y anuncia que los reyes serán puestos pronto en libertad.
Despreciaba de antemano á la suerte, vencida por él. «¡Ah, perra!» Iba á vérselas con un hombre. De un tirón arrancó la silla en que había puesto otro su mano, y se sentó á una mesa de ruleta, entre dos viejas, sucias y mal vestidas, con aspecto de brujas. Los empleados cruzaron su asombro en forma de discretas ojeadas. ¡El príncipe apuntando, y á aquella hora!... Hagan sus juegos...
Palabra del Dia
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