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Actualizado: 27 de julio de 2025
Eso es difícil, muy difícil. ¿No ves que aparentemente y según la ley carezco de derechos para reclamarla y traerla a mi lado? Me han jurado una guerra a muerte. Han hecho los imposibles por desterrarme, no vacilando hasta en denunciarme como afrancesada.
De Lisboa se divulgò tambien un verdadero aviso, que el primer Ministro de aquella Corte, y familiar del Rey, habia caido al mismo tiempo que en España aquel principal Ministro, por un caso inopinado, y habia sido enviado del mismo modo que el otro, y que todo el Consejo real desde entonces andaba vacilando, y estaba dividido en diversos dictámenes; y por esto ya se creia, que todo este tratado se volveria en humo.
Venga mañana que es sábado. Mañana... murmuró Amaury vacilando. ¡Oh! venga, venga, se lo suplico insistió Antoñita. Hace tanto tiempo que no nos vemos que debemos tener muchas cosas que decirnos. Ve, Amaury, ve dijo el anciano. Pues bien, hasta mañana, Antoñita dijo el joven. Hasta mañana, hermano mío respondió Antoñita.
Además, si hace uso de su gran poder sobre el cardenal, es para evitarles las chillerías de Su Eminencia, que muchas veces, en sus ratos de dolor furioso, quiere arrojar copas y platos a la cabeza de los familiares. ¿Por qué se han de meter con ella? ¿Les hace algún daño acaso? Cada uno en su casa, y al que sea malo ya lo castigará Dios. Se rascó la sien, como vacilando una vez más.
No, señor; gracias. A lo que venía me mueve otro interés. Deseo decir a vuestra merced agregó vacilando un instante y bajando la voz algo que sucede en esta casa. Sí, ya imagino: que el lacayo... que la criada... que la dueña... Me lo dirás otra vez. Nada de eso, señor. Es negocio harto apurado.
Vime con ganas de cenar y sin qué poder llegar a la boca, salvo agua fresca de una fuente que allí estaba; no supe qué hacer ni a qué puerta echar; lo que por una parte me daba osadía, por otra me acobardaba; hallábame entre miedos y esperanzas, el despeñadero a los ojos, y lobos a las espaldas; anduve vacilando; quise ponerlo en las manos de Dios; entré en la iglesia; hice mi oración, breve, pero no sé si devota; no me dieron lugar para más, por ser hora de cerrarla y recogerse.
Pero, con todo esto, porque no ande vacilando mi honra en vuestras intenciones, habiéndome ya conocido por mujer y viéndome moza, sola y en este traje, cosas todas juntas, y cada una por sí, que pueden echar por tierra cualquier honesto crédito, os habré de decir lo que quisiera callar si pudiera.
Mira, observa, reflexiona, hasta dónde han llevado tus calaveradas a tu familia infeliz: ¡a humillarse a los Esteven! ¡a solicitar, de rodillas, su favor para salvarte! porque, no lo dudes: el medio supremo, a que se refería tiíta Silda, y que ella misma no consideraba infalible la desgraciada, era ése: recurrir al odiado pariente... ¡ah! ¡qué corazón tan grande el de tiíta! y por lo que dice Agapo, el recurso ha fracasado, y a los Vargas han dado los Esteven una vez más con la punta de la bota... ¿ves? te imaginas... no es posible, pues no eres dueño de tu razón... pero, si pudieras imaginar cómo están en tu casa esos viejos que has deshonrado, y que llamas queridos, falsamente, mentirosamente, porque si verdad fuera, no habrías hecho lo que has hecho; y tú dudando todavía, vacilando cobardemente; no te hagas ilusiones; en tu casa no puedes presentarte ya, y ahora menos que antes, ahora que sabes toda la extensión de tu falta; los umbrales aquellos no puedes pasarlos sino muerto, en expiación... ¡Estás creyendo que bastaría con echarte a los pies de tu padre! ¿y tendrías valor? ¿no comprendes que si no te rechazaba, sería por compasión y por lástima? ¡convéncete! no eres un segundo Agapo en la familia; eres un Quilito, y este nombre está por debajo del otro... ¡vete, huye, y cumple con tu deber!
Este se hallaba magullado, roto y en un estado de desfallecimiento tal, que no podía andar sino á pasos cortos y vacilando á cada momento. El militar le sostuvo con fuerza, y andando con él muy lentamente, le preguntó dónde estaba su casa para llevarle á ella.
Recibió una impresión de esta naturaleza, de la manera más notable, al pasar junto á la iglesia que estaba á su cargo. El edificio se le presentó con un aspecto á la vez tan extraño y tan familiar, que el Sr. Dimmesdale estuvo vacilando entre estas dos ideas: ó que hasta entonces lo había visto solamente en un sueño, ó que ahora estaba simplemente soñando.
Palabra del Dia
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