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Actualizado: 16 de octubre de 2025
¡Espera! ¡espera! exclama, abriendo los brazos; te pillaré de todos modos. Y, de un salto temerario, se lanza sobre la estrecha viga que atraviesa el río como un puente. ¡Juan!... ¡por el amor de Dios!... ¡Juan! El joven no oye. Debajo de él las aguas hierven en el abismo; se esfuerza por conservar el equilibrio; avanza, tiembla, vacila; da un paso, dos, tres, un salto atrevido... Ha pasado.
La Voluntad censura las inoportunas advertencias de la Memoria, y aconseja seguir la senda más bella y desahogada. El Alma vacila, no sabiendo qué rumbo emprender. Preséntase entonces el Demonio, como señor de la barca; el Amor propio, el Apetito y otros vicios, en traje de marineros, y cantan así: Hoy la nave del contento Con viento en popa da gusto Donde jamás hay disgusto.
Y coroné esta narración llorando a lágrima viva, como que mi tristeza era real y verdadera. El cura, que hasta entonces no había podido decidirse a tomar en serio mis penas y mis palabras, ofrecía en aquel instante la imagen viva de la consternación. Aproximó su silla a la mía, me tomó de la mano y se esforzó en hacerme entrar en razón. Tu prima vacila; tal vez no se realice el casamiento.
María vacila un instante; su agilidad repara tal peligro, afianzando los ramos de espadaña que al lado crecían, un instante más y era salva; pero un torbellino de aire que subía de aquellos senos obscuros, contrastando con tantos obstáculos, vuelve a inclinar el ligero cuerpo, y por esta vez todo auxilio fué en balde.
Don Manuel, que no se distingue por su constancia, duda entonces y vacila. El Gobernador sabe por su parte que su hija ha dado á luz un fruto de sus amores, y obliga al seductor á optar entre la muerte ó su casamiento con Doña Leonor. Don Manuel, en esta situación tan crítica, no resiste al imperio de las circunstancias, y es perjuro con Doña María.
Pero aquella vez la solemnidad del caso exaltó tanto su magín, que se le vinieron a la bocalos conceptos en la forma propia de su escuela literaria. «He aquí que el hombre vacila y se confunde ante el gran problema. ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? Hijo mío, abre tus oídos a la verdad y tus ojos a la luz. El bien es amar a nuestros semejantes.
Soldados, les dijo, vengo á anunciaros que la Guardia Blanca acaba de ser objeto de un alto honor. El príncipe nos ha elegido para formar la vanguardia y seremos los primeros en atacar al enemigo. Si alguno de vosotros vacila en este momento.... ¡Os seguiremos hasta el último! ¡Viva nuestro capitán! gritaron á una los arqueros. Bien está. ¡Por San Jorge! no esperaba menos de vosotros.
Sigue a esto un bellísimo soliloquio de Fausto en un bosque. Fausto vacila. Orgulloso de verse amado, a pesar del ardor violento de los sentidos, piensa, por el amor que Margarita le infunde, que debe apartarse de ella, a fin de no perderla y engañarla. Conoce que sólo puede darle un alma escéptica y gastada, en cambio de su alma juvenil y pura.
Cuando se le hace una proposicion, por halagüeña que sea, vacila un momento, guarda silencio con aire cazurro, se rasca una oreja y acaba por decir: «Compadre, lo pensaremos.» Ninguno le arrancará jamas una resolucion improvisada ó una respuesta categórica por sorpresa.
Cuando Aldea la tenía en público cerca de sí, hacía marcados, aunque discretos, esfuerzos porque le vieran enamorado de ella; pero cuando aparte y juntos podía hablarla sin testigos, callaba, o daba a la conversación los giros rebuscados de una tranquilidad afectada, huyendo cobardemente toda explicación. ¿Era esto el miedo natural de quien, deseando una dicha, vacila en pedirla temiendo escucharla negada o era un modo de implorar piedad?
Palabra del Dia
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