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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Nadie más que nosotros... Pero no os comprendo dijo la condesa . ¡Estáis sombrío y espantado, como si vuestra condena resonara ya en vuestros oídos! ¡Os creía más valiente, Mathys! ¿Qué importa lo que ha sucedido? ¿Que Marta se pondrá, a propalar que Elena no es mi hija? Pues bien, yo sostendré que me calumnia, y en caso de necesidad la demandaré, para que repare ese ultraje a mi honor.
Me ama, yo la amo; no se atreve a decírmelo; quiero hacer lo posible para que la confesión sea ligera y fácil, y eso la haría huir como si fuera objeto de un sangriento ultraje. ¿Qué significa eso? ¿hay acaso otros secretos que yo no conozco? No, señor intendente, no hay otros; pero tenéis que ser justo y reconocer la delicadeza de vuestra posición delante de mi pobre amiga. ¿Qué sois para ella?
Y aquí ahogó de nuevo el llanto la voz de Currita, prosiguiendo a poco entre sollozos: ¡Qué ultraje, Butrón, qué vergüenza!... ¡Creí morirme de sentimiento!... ¡Al padre de mis hijos debo esta ofensa!... Bien se lo he dicho mil veces: tu condescendencia con esa gentuza nos va a perder, Fernandito... Pero ¿viste tú esa carta? exclamó Robinsón estupefacto.
Pero si era verdad, si me amaba, como era demasiado cierto que yo la amaba á ella, podía decir de este amor lo que ella de su belleza: ¿Para qué me sirve? pues no podía esperar que tuviera jamás bastante fuerza para triunfar de la eterna desconfianza, que es el error y la virtud de esta noble niña; desconfianza cuyo ultraje rechaza mi carácter, pero que mi situación más que la de otro alguno es á propósito para inspirarla.
Casi se sentía inclinado a reprochar el leal comportamiento de Fabrice ante cuya lealtad veíase obligado a inclinarse, cuando él se hubiera creído dichoso en poderle arrojar al rostro cualquier sangriento ultraje. Era, pues, ¡ay!, con sentimientos vecinos al odio que se alejaba del amigo de su juventud.
Durísimo, feroz es el ultraje que el Senado anglo-americano ha hecho á España y que la Cámara de representantes de la misma República casi por unanimidad ha confirmado luego; pero aunque los periódicos más acreditados de la Península miran con calma la ofensa que hemos recibido y recomiendan al pueblo español prudencia y sufrimiento, todavía quiero yo, valga por lo que valga y hasta donde mi voz pueda ser oída, recomendar prudencia y sufrimientos mayores.
No haya perdón, dijo, ni aun para las casas que han servido de asilo al delincuente; casas, hombres, mugeres, ancianos, niños, todo pereció por el fuego ó por la espada. Cansado ya de destruir, pregonó al cuarto dia un indulto: ¡oh! la sangre hierve en las venas al considerar tan grande ultraje. ¡Un indulto despues de cuatro dias de saqueo y de esterminio! ¡y qué indulto!
El resto lo había dejado para ella y su hija. Un tormento igual al del hambre representó para él la desesperación de Georgette. Al verle pretendía escapar, avergonzada. ¡Que no me vea el señor! gemía, ocultando el rostro. Y el señor, siempre que entraba en el pabellón, evitaba aproximarse á ella, como si su presencia le hiciese sentir más intensamente el recuerdo del ultraje.
Palabra del Dia
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