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Actualizado: 1 de julio de 2025
«¿Qué hay? dijo D. Evaristo mirándola de un modo que parecía indicar agradecimiento de las caricias que al micho hacía . ¡Ah!, ese es el más tunante de todos... ¡Sabe más...!, ¡y tiene más picardías! Conque a ver, chulita, ¿qué hay?». Fortunata no sabía cómo empezar.
¡Pues para este viaje no necesitábamos alforjas! gritó Contracayes, no menos furioso, volviéndose al consternado Peláez, que no había previsto aquel choque de dos malos genios. Pero, señores, calma... ¡Fuera de aquí, so tunante! gritó el Magistral terciando el manteo, descomponiéndose contra su costumbre... . ¡Desgraciado de ti! Date por perdido, mal clérigo....
En el barrio fué general el asombro al ver que un hombre, al parecer, tan honrado era un despreciable tunante. El señor me creerá, si quiere; pero es la verdad que con el señor de Sorege me sucede lo mismo que con el estanquero.
Había entre ellas mujeres de setenta, de ochenta, y de noventa años de edad. Todas hicieron exactamente como él les 10 había dicho porque no querían perder la dicha de remozarse. El tunante les dijo que volvieran a su posada al día siguiente. Cuando volvieron él empezó a lamentarse y les dijo: Debo confesar la verdad. Una bruja me ha robado todas las cédulas.
Extendí la vista y le vi tras el respaldo del monumental sillón de doña María, muy enfrascado en estrecha plática con Asunción, que sin duda le estaba convenciendo de la superioridad del catolicismo con respecto al protestantismo. A cada paso apartaba él los ojos de su interlocutora para mirar a Inés. Bien decía el tunante observé para mí que se valía de las discretas amigas.
Sí: el imperio de las flores en nuestro clima, no le corresponde. ¡Tunante! ¿Qué dirán de él en la otra vida las almas de aquellas pobrecitas á quienes dejó morir de frío después de abrasarlas con importunos calores? Hay que ver cómo derrocha este capitalista sus tesoros, calor, luz, frescura y aire, humedad y lumbre.
Usted es buen amigo y buen caballero. Voy á ser franco. Pues sepa usted que esto se lo va á llevar la trampa. Esto se viene al suelo, y no tardará mucho. Se lo digo yo y bien puede creerme. Dice usted que soy un solemne tunante. Bien: pues yo le digo á usted que es un tonto rematado.
Fatuo y presuntuoso además, el tunante no ocultaba su grosera admiración por miss Darling, a la que asestaba miradas lánguidas, dignas de un tenor de Belleville, y el capitán había tenido que amenazarle más de una vez con el cepo. Ragasse, pues, le había consagrado un odio astuto que no esperaba más que la ocasión de estallar...
Las pagará todas juntas... Hace poco la Inesita me llamó vil y cobarde por dejar sin castigo esto de anoche, y aseguraba que si ella fuera hombre... estaba furiosa la niña. Por supuesto, yo pienso buscar a lord Gray, y cuando le vea le he de decir «so tunante...», pues... conque márchate... tú también eres buena pieza. Adiós.
Hágase usted cargo de lo que sufrirá una criatura con la conciencia alborotada y en esta situación... ¡Ah! Sr. D. Evaristo, a mí no me la da usted... Usted es muy tunante y las mata callando... Al oír esto, la diplomacia de Feijoo se alarmó, creyendo llegada la ocasión de sacar, si no todo el Cristo, la cabeza de él.
Palabra del Dia
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