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Actualizado: 8 de octubre de 2025


Su Alteza ha pensado en eso, y el asesino del Rey no tiene más que abrir la reja de hierro que encierra la ventana de la celda, reja cuyo marco gira sobre sus goznes. El hueco de la ventana está hoy obstruido por un enorme tubo, capaz de dar paso al cuerpo de un hombre, y cuyo extremo opuesto llega precisamente hasta la superficie del agua que llena el foso.

Entonces Henzar se divirtió a su modo. Tomó de manos de su amigo una botella que éste llevaba, la aplicó a sus labios y arrojándola furioso al agua exclamó: ¡Apenas una gota! A juzgar por el sonido y por los círculos trazados en el agua, la botella cayó muy cerca del tubo que me ocultaba a menos de una vara. Y Ruperto, sacando el revólver, la convirtió en blanco de sus disparos.

Don Marcelo se explicó lentamente, contemplando á corta distancia de sus ojos el negro redondel del tubo amenazador. No había visto franco-tiradores. El castillo tenía por únicos habitantes el conserje con su familia, y él, que era el dueño. Miró el oficial al edificio y luego examinó á Desnoyers con visible extrañeza, como si lo encontrase de aspecto demasiado humilde para ser su propietario.

Desistí en seguida; aquella prueba me bastaba para convencerme de que el tubo no estaba sólidamente adherido al muro por su parte superior. Entonces una voz brusca, que decía: Y ahora, si Vuestra Majestad no desea mi compañía por más largo tiempo, le dejaré descansar.

Mirando a lo alto, se encontraban con la boca de un tubo enorme que subía y subía, pulido y circular como el interior de un telescopio, con gran parte de su redondez de intestino sumida en la obscuridad y un débil resplandor de tragaluz allá en lo alto, junto a la boca curva e invisible. Era un ventilador de los que alzaban sus trombones amarillos sobre las diversas cubiertas.

En la chimenea, en vez de no haber más que rescoldo y cenizas, ardía bastante leña que levantaba llamas, en cuyo centro, sobre unas trébedes se veía una retorta de cobre donde empezaba a hervir un líquido. El tubo encorvado, con que terminaba la cobertera de aquel pequeño alambique, iba a parar a una urna de vidrio suspendida en la pared y llena de agua clara.

Guardaban su cuerpo anillado dentro de un tubo coriáceo que los protegía, y sobre este tronco rectilíneo de color de marfil lanzaban, como un surtidor de ramas, los tentáculos movedizos que les sirven para respirar y para comer.

Todavía estaba en la mesa, en el mismo lugar en que Olga la apagó para sumirse en la noche eterna. El recipiente de vidrio estaba todavía lleno de petróleo; su dueño se había dado prisa para entregarse al descanso. Con precaución, levantó el tubo para encender la mecha; la llama, atenuada por la pantalla, iluminó con un resplandor apacible y suave el espacio silencioso.

Hay, además, un tubo de hoja de lata que asciende hasta el cielo de la habitación, atravesándolo, y establece una comunicación vocal con otras partes del edificio.

Lamentose la tullida, recordó que el jornal de Chinto las ayudaba a vivir; todo se estrelló contra la firmeza de la Tribuna. Y cuando volvió de fuera Chinto a soltar el tubo vacío y a entregar, cabizbajo y humilde como un borrego, sus ganancias del día, Amparo le intimó la orden de no dormir ya aquella noche en casa.

Palabra del Dia

mármor

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