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Actualizado: 9 de julio de 2025


Margaret aceptó su amor, fueron novios, y desde este momento, que debía haber sido para Gillespie el de mayor felicidad, empezó á tropezar con obstáculos.

Después del Evangelio, se quitaba delante de nosotros la casulla, como que las cosas pasaban en familia, y después de tropezar en algunos pozos, llegaba al púlpito. Creo que no hay entre todos los seres humanos, que se agitan en la superficie del globo, ninguno que no haya soñado, una vez por lo menos, en el curso de su existencia.

Y en aquel momento, como si quisieran probar aquellas amables criaturas que llevar siempre la contra es el rasgo peculiar del sexo, callaron todas de repente, siguiéndose un silencio profundo, un calderón prolongadísimo de cerca de un minuto, seguido, a su vez, de un allegro alborotado, un crescendo inverosímil, rápido y vivace... Algo gordo sucedía, y el respetable Butrón y el filosófico Pulido acudieron al punto muy azorados a sus respectivos observatorios... Entraba la condesa de Albornoz, con aquel paso de que habla Virgilio, que revela una reina o una diosa, inclinando la cabeza con el aire de vanidad satisfecha de aquel emperador romano que encogía la suya al pasar bajo los arcos de triunfo, por miedo de tropezar en ellos con la frente; seguíala la marquesa de Valdivieso, una de las cómodas amigas de fácil contener que traía ella siempre a retortero para que la acompañasen como damas de honor, sirviendo, según su frase, de marco a su elegancia.

Antonieta se arrojó sollozando a los pies de Sarto, a quien sólo pudo decir que me había visto lanzarme al agua desde el otro extremo del puente. ¿Y el prisionero? le preguntó el coronel. Pero ella se limitó a mover negativamente la cabeza, y Sarto, Federico y sus acompañantes cruzaron en silencio el puente, hasta tropezar con el cadáver de De Gautet.

Vacilaba ella, no tanto por el rencor que aún le guardaba, como por considerar violenta y embarazosa la entrevista. Cuando, cruzando aquella tarde por la calle de la Amargura, acertó á tropezar con Manolo Uceda, á quien hacía días que no veía. Saludóla él cortés pero gravemente y trató de seguir su camino, pero ella se le puso delante.

Es que lo que contigo ha hecho resulta en ofensa mía, y quiero saber si puedo seguir siendo su amigo. Trató de verle en el café; pero Godofredo no asistía allí desde el rompimiento de sus relaciones, por no tropezar con la familia Sánchez. Entonces se decidió a ir a su casa. Llot vivía en una de huéspedes, modesta y patriarcal, de la calle de Jesús del Valle.

Concha permaneció absolutamente inmóvil con una calma provocativa capaz de irritar a un santo. Sus labios perdieron, no obstante, el hermoso carmín que tenían y sus grandes ojos negros brillaron con expresión sombría. No corras tanto, que puedes tropezar dijo con sosiego impertinente, mientras una sonrisa de burla contraía sus labios descoloridos.

A fuerza de tiempo, acostumbrados los ojos a la obscuridad, podían distinguirse los unos a los otros. El que entraba, iba despacio por el pasillo de las butacas para no tropezar, palpando los cráneos de los que las ocupaban, por ver si había alguna vacante. Aquí no, don Rufo. ¿No hay asiento? preguntaba sonriendo al vacío como los ciegos. No; suba usted arriba, a los palcos.

Al joven se le ensanchó el corazón al observar el tono resuelto de estas palabras y dirigió a la aldeana una mirada cariñosa. Desde aquel día no puso más los pies en su casa por no tropezar con Tomás, cuya enemistad ya no ignoraba; pero la vio todas las tardes en el molino.

Ayer, cuando entré en casa, lo primero que hizo, mientras me saludaba, fue un registro de todos los bolsillos de mi ropa. Me desplumó. Lo que yo decía: «apenas se pone el pie en España, no se da un paso sin tropezar con bandoleros». Ahora pretende que entre todos los parientes le hagamos un piso... friolera. ¡Pobrecilla! Es una santa.

Palabra del Dia

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