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has pisado hoy malas yerbas, Simón... Ya hablaremos oportunamente de esas y otras cosas, con la necesaria tranquilidad. Ahora cumple el encargo que te he dado, y nada más. Cabalmente me hallas hoy en la peor de las condiciones para ocuparme en negocios que me obliguen a fatigar la cabeza con discursos ni con preocupaciones. ¿Se encuentra mal Vuecencia?

Fue libre de día para sus obras de caridad, facilitadas por la liberalidad de los duques; fue libre de noche para las meditaciones y los rezos; ninguno tendió redes a su buena fe, ni lazos a su tranquilidad; no hubo de luchar con nadie, y, sin embargo, su espíritu se volvió contra los que le enseñaron; su vida fue agitada, y su entusiasmo decayó lentamente.

No ciertamente si será lo que aquí dicen ó lo que digan en otra parte. ¿Pero qué pierdo yo con creer á ojos cerrados? Por lo pronto, gano la tranquilidad de la casa, y bueno es, por si hay algo más allá, ir preparado á todo, sin miedo á engaños.

Lo cual no obstaba para que Kassim prolongara más sus veladas a fin de un mayor suplemento. Era un hombre indeciso, irresoluto y callado. Las miradas de su mujer se detenían ahora con más pesada fijeza sobre aquella muda tranquilidad. ¡Y eres un hombre, ! murmuraba. Kassim, sobre sus engarces, no cesaba de mover los dedos. No eres feliz conmigo, María expresaba al rato.

Se pasaba entonces dos o tres días en completa tranquilidad, sin rezar más que los Padrenuestros que por rutina le salían de entre dientes todas las mañanas. Su conciencia giraba sobre un pivote, presentándole, ya el lado blanco, ya el lado negro.

Luego preguntó á Atilio: ¿Estás contento de tu vida actual?... A pesar de su tranquilidad sonriente y burlona, Castro hizo un movimiento de sorpresa, como si le escandalizase esta pregunta. Su vida era insufrible. La guerra había trastornado sus costumbres y placeres, esparciendo á todos los vientos sus amistades.

No, hombre de Dios o de cien Satanases; no es nada de eso replicó el de Boteros señalándole la silla . Esto es muy serio, repito a usted que es muy serio. Ya en ello la tranquilidad, la vida toda, el honor de un hombre de bien que jamás ha hecho mal a nadie, porque sepa usted, Sr.

Al cumplimentarlo la vizcondesa por su prudencia esperó provocar una expansión confidencial que mucho ansiaba, porque después de haber temido por parte de este enamorado con tanta crueldad desahuciado violentos transportes de enojos, creyó descubrir en sus claras intuiciones de mujer que, bajo aquella tranquilidad seca y fría, se ocultaba algo terriblemente alarmante, porque si esta indiferencia de Pierrepont era sincera, acusaba una ligera y casi despreciativa inconstancia que el bello sexo no admite en estos asuntos de corazón; pero con el íntimo conocimiento que del carácter del marqués poseía, temía más bien que esas apariencias glaciales encubriesen una de esas heridas tanto más terribles cuanto que no están sino cerradas en falso.

La Campana mayor de la Catedral sonaba lúgubremente. Con la codiciada aurora, recobré la tranquilidad de espíritu. Trabajé todo el día en el archivo del Cabildo, en donde pude hallar los documentos que buscaba, y hasta llegué a olvidar los extraños sucesos de la víspera. Pero al llegar a mi habitación en la tarde, encontré que me aguardaba allí el Padre Montero.

Tarda, porreta.... Estas primerizas, como no saben bien el camino... Y la comadre hizo que se reía para manifestar tranquilidad; pero un segundo después añadió : Puede ser que... porque uno no quiere embrollos ni dolores de cabesa, ¿oyes?