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Actualizado: 10 de mayo de 2025


La criada se reía sorprendida de aquel buen humor. Es más sabroso que el nuestro. Si no fuera que ya está un poco duro... Se sacudió las migajas con la mano, volvió a arreglarse las gafas y después de beber un trago de agua porque también el vino estaba cerrado, se partió en dirección al ayuntamiento. El reloj del edificio señalaba las diez.

Quedaron ciento treinta en poder de los vencedores, y el resto lo tragó el mar o lo abrasó el fuego. Veinticinco mil turcos murieron, y más de cinco mil, cautivos quedaron. Halláronse en las galeras apresadas ciento diez y siete tiros gruesos de artillería y doscientos cincuenta menores, y se libertaron doce mil cautivos cristianos.

Alguno he visto que se tragó la píldora enterita desde muchos días antes; pero es una esceción... Aquél era un hombre con un corazón más grande que el palacio de Buenavista. Como aquél no ha habido otro ni lo habrá: se fue al palo con la misma cachaza que se iba antes a la taberna. ¡Qué camelo dio al señor Gobernador y a los marranillos que andaban cerca de él!

Yo la he visto en casa de este, con su gran mandil blanco, su falda bajera ceñida al cuerpo, la pantorrilla un poco al aire y los brazos un todo al fresco... colorada, excitadota.... El flamenco tragó saliva. Es la mujer X dijo sin poder contenerse . ¿Y él? añadió. ¿Quién? El sabihondo ese... ¡Ah! ¿don Saturnino? Pues tampoco fue a casa.

1168 La sangre que se redama no se olvida hasta la muerte; la impresión es de tal suerte, que, a mi pesar, no lo niego, cai como gotas de juego en la alma dei que la vierte. 1169 Es siempre, en toda ocasión, el trago el pior enemigo; con cariño se los digo, recuérdenlo con cuidado: aquel que ofiende embriagado merece doble castigo.

He sabido por Cupido, que de todo se entera, lo que usted hacía en Madrid. También he figurado entre sus admiradores. ¡Lo que puede la amistad!... Yo no qué será esto; pero tratándose del señor Brull, me trago las mayores mentiras, aun sabiendo que lo son.

Su cofia alba, cuyas cintas estaban sólidamente atadas bajo su carnosa barba, se inclinaba un poco sobre la oreja izquierda, y su rudo y áspero rostro de viejo dragón, de facciones ligeramente hinchadas como se ve en las mujeres de edad que beben de buen grado un trago de coñac en la copa de sus maridos, brillaba lleno de energía y de decisión en su marco de encajes.

Conozco lo que son esas mujeres elegantes y llenas de perfumes: verdaderos demonios que enclavijan sus uñas cuando agarran y hay que cortarles las manos para que suelten... ¡Y el buque sin trabajar, como si estuviese varado, mientras que los otros se llenan de oro!... Créeme, hijo mío: en el mundo sólo esto es verdad. Y acabó de beberse de un trago todo lo que quedaba del segundo vaso.

Y diciendo y haciendo, tragó dos chupadas de su colilla, arrojando después el humo por boca y narices con la abundancia y facilidad de una chimenea de vapor. El señor desconocido le miraba cada vez con mayor curiosidad. Y ¿á qué te dedicas ? Á cuidar el bote del tío Bandiate. ¿Y nada más? También soy raquero. ¡Hola, hola! ¿Y qué tal el oficio?

¿Qué le parece á usted? dijo el Doctrino. Bien, bien. Vamos á echar un trago añadió el joven, tomando de manos de Aldama una botella que éste habla sacado, no sabemos de dónde, al desaparecer los compañeros. Yo no bebo, no dijo Elías tomando la botella y echando vino en el vaso de los otros dos. Yo no bebo. Esta noche en la fontana. ¿Va usted?

Palabra del Dia

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