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Actualizado: 26 de julio de 2025


Bien preparada estaba la comedia para cuando llegase el caso de representarla. Entre tanto, se trabajaba sin descanso en el Camón, con asistencia de Milagros, que cada día llevaba una novedad, ideas felices, la inspiración más reciente de su genio fecundísimo, verbi gratia: «Yo no puedo ser muy espléndida este verano. Verá usted cómo me arreglo.

El jayán, para agradecer el aumento de jornal, trabajaba como un desesperado, acometiendo la tierra con su azadón, sin respirar apenas entre golpe y golpe, y los otros infelices tenían que imitarle para no quedarse atrás, manteniéndose, con esfuerzos sobrehumanos, al nivel del compañero que servía de acicate.

Todos los cuatro frentes de la plaza están cerrados con bellos edificios: allí está tambien el Instituto, morada de los sabios de la Francia: allí está tambien el palacio del nunca olvidado cardenal Mazarino: allí está el teatro del Odeon, donde trabajaba en 1854 el distinguido Laferriere, que en el teatro de la cruz de Madrid dió algunas funciones hace siete años.

Cuando el coche entraba por la puerta principal del hotel, María Teresa se asomó a la portezuela. El señor Aubry había abandonado el baile mucho antes que su familia; pero sin duda trabajaba todavía, porque la ventana de su gabinete se destacaba iluminada en la oscuridad del gran patio. Papá está despierto dijo María Teresa voy a prevenirlo; ¡cómo se va a emocionar!

Era una sobrina de Pimentó, hija de una hermana de Pepeta, la que decía esto; morenilla, nerviosa, de nariz arremangada ó insolente, orgullosa de ser única en su casa y de que su padre no fuese arrendatario de nadie, pues los cuatro campos que trabajaba eran muy suyos. ; podía mirar cuanto quisiera, que no vendría. ¿No sabían las otras á quién esperaba?

El origen de las cavilaciones de Pepe por la conducta de su hermano la disgustó sobremanera; pero lo que hizo en su pensamiento más mella, fue saber que Pepe trabajaba de corrector en la imprenta. El dueño de su albedrío era algo menos que un empleadillo.

A los nueve años era Paula una espiga tostada por el sol, larga y seca; ya no se reía: pellizcaba a las amigas con mucha fuerza, trabajaba mucho y escondía cuartos en un agujero del corral. La codicia la hizo mujer antes de tiempo; tenía una seriedad prematura, un juicio firme y frío. Hablaba poco y miraba mucho.

Isidro Maltrana sabía que los tales «hombres» eran los redactores del periódico en que él trabajaba, los que tejían el artículo de fondo y la información política, los «pájaros gordos», como los designaba por antonomasia el empleado, viendo en ellos a los depositarios del secreto nacional, a los únicos profetas del porvenir.

La chica apenas aparecía en el pueblo; el criado trabajaba en el campo, y los domingos iban los tres al faro de las Ánimas, pues se trataban con el torrero y su familia. La mujer de la taberna añadió que al principio decían que Mary, la hija del capitán, era débil; pero que con aquella vida al aire libre se estaba haciendo una muchacha muy robusta.

Un ingeniero belga, joven de pelo rojo, mofletado como un niño, y de bigote erizado, trabajaba cerca de él, y en la habitación inmediata los delineantes dibujaban sobre los tableros, deteniéndose algunas veces para pedir aclaraciones.

Palabra del Dia

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