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Actualizado: 26 de julio de 2025


A un extremo de la gigantesca excavación la montaña se había venido abajo, formando una cascada inmóvil de ondas de tierra y enormes pedruscos. El médico recordaba la catástrofe ocurrida cuatro años antes. La cantera se había derrumbado, cogiendo en su caída á una cuadrilla de obreros que trabajaba en su base.

Y yo no juí ayer, don Fermín; farté como he fartao otros días: porque no me da la gana de levantarme temprano los domingos, porque en la noche del sábado me gusta tomarla con los compañeros. ¿Pa qué trabaja uno, sino pa tené un rato de alegría?... Además; él era dueño de sus domingos. El amo le pagaba por su trabajo; él trabajaba y no había por qué cercenarle su día de descanso.

Profundamente abatido, me escribió que efectivamente, al separarse de ella, había expresado la esperanza de poder volver en el otoño siguiente con cara más alegre; pero se había equivocado: estaba, más que nunca, sumergido en las penas y en las deudas, y trabajaba como un esclavo sin ver brillar el menor fulgor de esperanza.

El hombre que estaba junto al cazuelón y sobre él trabajaba, habría pasado en otro país por prestidigitador o por mono, pues sólo estos individuos podrían igualarle en la ligereza de sus brazos y blandura de sus manos.

Los de Santa Cruz no transigían con los chocolates industriales, y el que tomaban había de ser hecho a brazo. Mientras el chocolatero trabajaba, Estupiñá se convertía en mosca, quiero decir que estaba todo el día dando vueltas alrededor de la tarea para ver si se hacía a toda conciencia, porque en estas cosas hay que andar con mucho ojo.

Busque usted a una tal Paca entre seis mil mujeres. Lo menos que habría en la fábrica eran doscientas o trescientas Pacas. Sin embargo, insistí en la idea, porque no me venía otra más asequible, y eso que trabajaba mi cabeza como un horno encendido.

Era bueno hacer constar que la estancia pertenecía aún al gallego Madariaga. De uno de sus viajes volvió con un acompañante: un joven alemán, que, según él, lo sabía todo y servía para todo. Su yerno trabajaba demasiado. Karl Hartrott le ayudaría en la contabilidad. Y Desnoyers lo aceptó, sintiendo á los pocos días una naciente estimación por el nuevo empleado.

Trabajaba entonces en la República Argentina, hastiado ya de aventuras en países de continuo sacudimiento revolucionario. Se limitaba á ser ingeniero, y servía unas veces al gobierno y otras á empresas particulares, construyendo canales y ferrocarriles. El orgullo de dirigir los avances de la civilización á través del desierto le hacía soportar alegremente las privaciones de esta existencia dura.

Se luchaba por la vida, por librarse de la pobreza, y cada cual trabajaba á su modo, sin acordarse del corazón, para asegurar su porvenir. Pero después, con el bienestar llegaba la dulce tontería del amor. Esto había hecho él, pasando la juventud absorbido en la caza de la riqueza, para enamorarse como un muchachuelo, en la época en que otros no tienen ilusiones.

Ellos eran los que las trabajaban, los que las hacían producir, los que dejaban poco á poco la vida sobre sus terrones. Pimentó, hablando con vehemencia de su trabajo, mostraba tal impudor, que algunos sonreían.... Bueno; él no trabajaba mucho, porque era listo y había conocido la farsa de la vida.

Palabra del Dia

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