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Actualizado: 23 de junio de 2025
Gabriel estaba enfermo y no debía comprometer su escasa salud con los esfuerzos del trabajo. ¿Qué iba a hacer, tosiendo y ahogándose a cada instante, en aquella tarea pesadísima de transportar maderos y acoplarlos? El enfermo le tranquilizó. Ya sabía él lo que eran los trabajos en el templo; todo se hacía con parsimonia, sin premuras de tiempo.
Le faltaban fuerzas para vestirse. Con un arranque de su voluntad llegaba a la cocina, y tosiendo y estremeciéndose por contener las náuseas, preparaba la comida.
Muchas noches, Gabriel, al revolverse en su lecho sin poder dormir, tosiendo y bañado en frío sudor el pecho y la cabeza, oía en el cuarto inmediato los quejidos de su sobrina, tímidos, sofocados, para que en la casa no se enterasen de sus dolores. ¿Qué tenías anoche? preguntaba Gabriel a la mañana siguiente . ¿De qué te quejabas?
Antiguos buques-correos, veloces carreristas de las olas, se veían descendidos á la vil servidumbre de barcos de transporte. Otros, negros y sucios, con pegotes de apresurada reparación y una chimenea tísica sobre su casco enorme, avanzaban tosiendo humo, escupiendo ceniza, jadeando con ruidos de hierro viejo.
Le dolía verle inmóvil, a corta distancia de ella, tosiendo dolorosamente, contemplándola como si hubiese hecho de ella un objeto de adoración. Levántese de ahí decía alegremente la muchacha . Me pone nerviosa verle siempre tan quietecito, haciéndome compañía, cuando usted lo que necesita es vida y movimiento. Váyase con los amigos; en la habitación del campanero le estarán esperando.
Y despues de despedirse de su amigooó se alejó tosiendo y haciendo sonar sus pesos. Camaroncocido, con su indiferencia de siempre, continuó vagando acá y allá con la pierna á cuestas y la mirada soñolienta. Llamaron su atencion la llegada de fisonomías estrañas, venidas de diferentes puntos y que se hacían señas con un guiño, una tos.
Eso lo hará usted porque es un grosero y ha adquirido malas mañas allá por Málaga. Aquí el padre Norberto de seguro no lo hubiera hecho. ¡No, no! Yo soy incapaz... dijo el cura, sofocado por la risa, tosiendo hasta reventar. No he salido de Peñascosa... Yo lo que hago es achicarme y correr ese punto de oros de mi compañero. Y puso sobre la mesa un cuatro.
Cruel y generoso, pródigo de su sangre y de la ajena, duro para el negocio y manirroto para el placer, los negociantes de Cuba le habían apodado el Capitán Magnífico, y así seguían llamándole los pocos marineros de su antigua tripulación que aún arrastraban por la playa las piernas reumáticas, tosiendo y encorvando el pecho.
Y tosiendo, cogió el dinero, contólo y, sobrando del que sacó mi amo cuatro reales, los asió, diciendo:
Los días de labor no paseaban por él más que algunos clérigos con sus largos manteos negros y enorme sombrero de teja, llevando algún seglar enmedio, dos o tres pandillas de indianos disputando en voz alta sobre el precio de los cambios o el valor de los solares de la calle de Mauregato, recién abierta, y tal cual valetudinario, que venía a primera hora a tomar el sol, y se retiraba tosiendo en cuanto sentía la humedad de la tarde. ¿Y las damas?... ¡Ah!
Palabra del Dia
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