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Actualizado: 29 de junio de 2025
El presbítero entraba furioso, y al pasar junto al Nacional hundíale éste en el morrillo las banderillas con toda su fuerza, diciendo en alta voz, como si consiguiese una victoria: ¡Pa er clero! Gallardo acababa por reír de las extravagancias del Nacional. Me pones en ridículo; van a fijarse en la cuadrilla, y dirán que somos toos un hato de herejes.
Algunos días después de lo fuga de Fermín, vio llegar a su ahijado Rafael. Se hallaba sin colocación: había abandonado el cortijo. Venía a decirle que Fermín estaba en Gibraltar, y que un día de aquellos se embarcaría para la América del Sur. También a ti dijo el viejo con tristeza te ha picado la mardita bicha, que nos emponzoña a toos. El mocetón estaba triste, desalentado.
De este modo, en el barco puede una darse mejor vida que las otras y dormir aparte, y comprar en la cantina lo que se le apetece, y hasta hacer una cariá, que crea usted que viene aquí gente bien necesitá de que la ayuden. ¡Y allá vamos toos, don Isidro!... Dicen que aquello del Buenos Aires es muy hermoso, y que no hay más que agacharse en las calles pa dar con una onza de oro.
Gallardo, con su memoria fisonómica de hombre de muchedumbres, reconocía sus rostros y admitía el tuteo. Eran camaradas de escuela o de infancia vagabunda. No marchan los negocios, ¿eh?... Los tiempos están malos pa toos. Y antes de que esta familiaridad los animase a mayores intimidades, volvíase a Garabato, que permanecía con la cancela en la mano.
¿Es eso justo, don Fermín? Porque no hago comedias, como toos esos... soplones y lamecosas que van a la misa de don Pablo, con toa su familia y toman la comunión después de pasar la noche de juerga, me echan a la caye. Sea usté franco; diga la verdad; y aunque usté trabaje como un perro, es usté un pillo: ¿No es eso, cabayeros?...
Lo dicho continuó el viejo, no ven ustedes un buey á cuatro pasos.... Pues yo veo que por ese juriaco se nos mete en casa el forastero; que el reló es una trampa que se nos quiere armar para dejarnos á toos en cueros vivos en el día de mañana. Una exclamación de sorpresa fué la contestación del concejo.
Avanzaron seis jóvenes, con la cabeza descubierta, las ropas haraposas y los pies metidos en zapatos rotos o alpargatas deshilachadas. ¿De moo que no tenéis pasaje y os habéis metió aquí de polisones sin má ni má, como si esto juese la casa e toos? ¿Y creéis que esto va a quear ansí?... Tú, ¿de ónde eres? Y los seis polisones fueron contestando al interrogatorio de don Carmelo.
Porque me va usted a pedir cosas que... me tendré que ir de la casa y no me trae cuenta, porque el señor, cuando venga, va a emplear a mi papá en consumos. Yo emplearé a tu papá y a toda tu familia. ¡Qué fuerte se conoce que le ha entrao a usted! Por supuesto que no me extraña, porque a mi señorita toos los hombres se la comen con los ojos...; verdad que se quedan iguales, con las ganas.
No había honradez como la de los pobres. ¿Y aún les tenían miedo creyéndoles malos?... El se reía de la honradez de los señores de la ciudad. Mia tú, Rafaé, qué mérito tendrá que don Pablo Dupont, pongo el ejemplo, con toos sus millones sea bueno y no robe nada a naide.
Es claro: ahora toos han echao.... ¡Como yo no sé lo que sucede en estas ocasiones!... ¡Y luego le dirán á una que falta á la verdá!... Vamos, mujer, no te consumas, que ya sabemos lo que es contar dinero: á la más lista se le pega de los deos. Estos diez te voy á pegar en esa recancaneada jeta, ¡lambistona, embrolladora!... Á mí me pegarás tú de lengua.
Palabra del Dia
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