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Actualizado: 11 de junio de 2025
PELAYO. Señor, ando por la sierra, Cochero soy del señor. REY. ¿Coches hay allá? PELAYO. Que no; Soy que guardo los cochinos. REY. ¡Qué dos hombres peregrinos Aquella tierra juntó! Aquél con tal condición, Y éste con tanta ignorancia. Tomad vos. Danle un bolsillo. PELAYO. No es de importancia. REY. Tomadlos, doblones son. Y vos la carta tomad, Y id en buen hora. SANCHO. Los cielos Te guarden.
Bueno, señor cura, ayer recibí una carta suya. Está bueno, no se queja, sólo dice que no hay Kroumirs allá... ¡Pobre muchacho! yo he hecho algunas economías este mes, y podré enviarle diez francos. Le enviaréis treinta... Tomad... ¡Veinte francos! ¡señor cura, me dais veinte francos! Sí, os los doy... ¿Para mi hijo?
Ponéos un manto, tomad una litera, id por el postigo de la casa del duque, que da á sus habitaciones. Peor aún: ¿qué dirá quien me abra ese postigo, al verme entrar en casa de mi padre de una manera tan misteriosa? El que os reciba, nada os dirá... no se meterá en si vais encubierta ó no.
Si es favor, Cuando á besaros la mano Vengo, que el guante perdáis... ¿Qué decis? ¿No me le dais? Tomad. Para ser tan vano, ¿Os turbáis? ¿Qué os embaraza? El guante. Este es sombrero, Y yo de vos no le quiero Sin la cabeza.
Y se fué á la mesa, se sentó y escribió lentamente una carta que cerró y selló, con el sello del uso privado del inquisidor general, sobre una especie de lacre verde. Tomad dijo : llevad esta carta á la madre Misericordia y os dará otra, que llevaréis al duque de Lerma. ¡Ah!
Será necesario probaros que obro de buena fe dijo el duque y por lo tanto insisto; tomad esta cruz, llevádsela á vuestro sobrino Juan Montiño, y decidle que venga mañana á recibir la real cédula de mi mano. Muchas mercedes, señor dijo Montiño tomando la cruz. Pero esto no basta; vuestro sobrino será pobre. Lo es en efecto, señor. ¿Y qué puede hacérsele? Es valiente... ¿No más que valiente?...
-Pues, en verdad -dijo el cura- que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tomad, señora ama: abrid esa ventana y echadle al corral, y dé principio al montón de la hoguera que se ha de hacer. Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandián fue volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba. -Adelante -dijo el cura.
Tomad, doña Catalina dijo la camarera mayor ; será necesario que os encarguéis vos misma de llevar esta carta á vuestro padre. ¡Yo... misma...! contestó con altivez la de Lemos. Menos arriesgado es esto que lo que queríais hacer por vengaros de don Rodrigo. Pero tengo mis razones... no quiero mezclarme para nada en estos negocios directamente... Pero hay un medio.
12 Tomad, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, de cada tribu uno. 13 Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca del SE
Andad, payas, y si no tenéis gana de jartaros de cosas buenas, tomad algo de lo que el señó os dé. ¡Pues, poquitas veces que me orsequió a mí el señó marqués, el papá de este sol resplandesiente que aquí está! Y decía esto señalando a la Marquesita, que examinaba a algunas de aquellas jóvenes, como si quisiera adivinar su hermosura debajo de las ropas astrosas.
Palabra del Dia
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