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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Señora, ¿qué ha dicho usted? preguntó el estudiante vivamente. Eso me parte el corazón porque es una verdad en que estaba yo pensando ahora. Sí: no le aman á usted como se merece repitió Paulita. Su tío es demasiado duro.
Después, dijo a gritos, pegando puñetazos en los muebles, que ha de hacer lo posible para que todas las vacantes de la catedral se cubran con lo peorcito del clero; que entren en el cabildo los curas borrachos, estafadores, etc. «Quiero reventar al cabildo gritaba , quiero ensuciarlo; así aprenderá a hablar menos de mí; quiero cubrirlo, sí señor, cubrirlo de...» Y ya se figurará usted, tío, de qué quiere Su Eminencia cubrir a los canónigos.
Se abrió el ventanillo, que además de la compuerta tenía una reja de hierro, y asomó las narices el tío José, un paisanuco viejo y narigudo. ¿Qué ocurre? preguntó con sorpresa. Ya sabrá usted respondió Nolo bajando cuanto pudo la voz que Demetria ha desaparecido... Sí, eso me han dicho antes de acostarme. Pues bien, dicen que la han visto hablando con Plutón.
En torno á la mesita del hall se movía un niño de nueve años, voluntarioso y algo desobediente, que buscaba la protección de Robledo por otro nombre «tío Manuel» cuando le reñían sus padres. En un piso del «Palace» dos nurses inglesas vigilaban los juegos de otros tres hijos de menos edad.
Necesitamos decir cómo el tío Manolillo había podido aparecer tan dramáticamente en medio de aquel bandido y de aquella ramera. Sabemos que al salir de la taberna donde había estado con el cocinero del rey, se había ido derecho á llamar á la puerta de doña Ana. Abriéronle, porque hay maneras de llamar que mandan, que se hacen obedecer, y el tío Manolillo había llamado de una de aquellas maneras.
También el tío Frasquito conquistó en aquella escaramuza otro sobrenombre, que vino a aumentar ese largo catálogo de ellos que prodigan la malignidad y la envidia con tan grande profusión, en la alta sociedad madrileña.
Y siguió adelante, desapareciendo en una revuelta del camino. A lo lejos, en la antigua barraca de Barret, ladraba el perro olfateando la proximidad de su amo. Al quedar solo, Pimentó recobró su soberbia. «¡Cristo! ¡Y cómo se había burlado de él aquel tío!» Masculló algunas maldiciones, y cerrando el puño señaló amenazante la curva del camino por donde había desaparecido Batiste.
Lo que absorbía toda su atención é inquietaba su espíritu eran otras condiciones ocultas y sustanciosas que un mozo tan señalado por su ingenio no podía perder de vista. El tío Pepón era un labrador rico, y aunque tenía tres hijos, á los tres los dejaría bien acomodados; todo el valle lo sabía.
El tío Frasquito, que con gran falta de delicadeza, hija de su deseo vehementísimo de seguir las peripecias del drama, se había constituido en testigo de la conferencia, metió entonces su cucharada, asegurando que aquello estaba muy bien pensado, que su sobrino el padre Cifuentes tenía razón hasta por encima del solideo, y que lo más derecho para su sobrino Jacobo era dirigirse desde luego a su sobrina Villasis, porque lo que esta no alcanzase de su sobrina Sabadell nadie en el mundo, fuera o no sobrino suyo, podría alcanzarlo.
Hubo un largo silencio mientras caminaban lentamente la vuelta de casa precedidos y seguidos de otros grupos. No te vayas á figurar que á mí me importa ya nada de ese tío profirió ella al cabo. No me figuro nada respondió secamente Velázquez.
Palabra del Dia
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