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Actualizado: 17 de junio de 2025
Cuando me contesten manden la carta á la posada de Felisa, en la Puerta Nueva, que allí la recogerá la muchacha. Adiós, queridos padres. Muchos besos, muchos, muchos. Un silencio profundo interrumpido solamente por los sollozos de la tía Felicia siguió á la lectura de esta carta. El tío Goro y Nolo quedaron largo rato inmóviles con la cabeza baja y mirando al suelo.
según dice el poeta. Hasta la edad de diez y seis años vivió Pepita con su madre en la mayor estrechez, casi en la miseria. Tenía un tío llamado D. Gumersindo, poseedor de un mezquinísimo mayorazgo, de aquellos que en tiempos antiguos una vanidad absurda fundaba.
En otras circunstancias doña Clara se hubiera negado á recibir al tío Manolillo; pero el tío Manolillo era una persona allegada á la comedianta Dorotea, á aquella mujer que la hacía probar la amargura mayor que puede probar una mujer: sentirse herida en su amor, en su orgullo, en su dignidad; doña Clara, pues, mandó que introdujesen al tío Manolillo.
Un individuo de Orden Público la miró con aire suspicaz; pero ella no hizo caso y continuó allí largo rato, viendo pasar tranvías y coches en derredor suyo como si estuviera en el eje de un Tío Vivo. El frío y la impresión de humedad la obligaron a ausentarse y se alejó envolviéndose bien en su mantón y tapándose la boca.
Fué una casualidad dijo Margarita de Austria ; al venir nuestro joven á Madrid con esa triste carta de su tío, que acaba de leernos el padre Aliaga, vino naturalmente al alcázar á buscar á su otro tío; por un descuido de los maestresalas, perdido en el alcázar, se encontró en la galería obscura á donde corresponde la puerta del cuarto de doña Clara, y oyó voces de dos personas.
Esa lengua tan palpitante y tan densa, que tan diversos matices adquiere, ya el de brusquedad estúpida y semisalvaje en Muergo, ya el de dulcísima elegía amatoria en labios de Cleto, ya el de patriarcal ternura en boca del tío Mechelín y de su mujer, ya el de reconcentrada soberbia femenina en Silda, especie de diana selvática y feroz de un barrio de pesca, presenta tales variedades y se mueve con tal libertad en ondulaciones tan diversas, que nadie diría que por primera vez viene ahora el arte, y que ninguno ha precedido a Pereda en trabajarla y domeñarla.
Pero aquel día no tuvo ni una mirada para aquel cuadro familiar y dejándose caer en una butaca, se abandonó a un verdadero acceso de misantropía agresiva. Su tío, su prima, su madre misma, pasaron allí un mal cuarto de hora. ¡Oh! ¿De qué no son capaces esos vividores camastrones que olvidan los derechos sagrados de la familia?
Así fué como los de Entralgo lograron el desquite, ganando inmensa gloria. Pero el hijo intrépido del tío Pacho de la Braña no pudo saborearla porque no halló en la romería á Demetria, aunque largo tiempo la buscó por todas partes. Nadie le daba noticia de ella, ni del tío Goro ni de Felicia. Preguntó á Flora y ésta tampoco sabía por qué su amiga dejara de asistir á fiesta tan renombrada.
¡Ah! ¿Conque no quieres? ¿Conque te niegas a darme ese gusto? Entonces, grandísimo gorrino, embustero, ¿por qué no hablas claro? Es decir que yo te estoy aguantando, viejo sucio, te estoy siendo fiel como si fueses el chico más guapo de Madrid, y cuando se trata de complacerme en una cosa insignificante te llamas andana. ¡Ay, que tío!
Ni había vuelto Chisco, ni por allí había pasado alma viviente que diera cuenta de él ni de los otros. Y a todo esto, mi tío echándole ya en falta y Facia y Tona y yo viéndonos negros para ocultarle la verdad de lo que ocurría, y la nieve espesando, y avanzando las tinieblas de la noche... ¡Dios eterno, qué anhelación la mía!
Palabra del Dia
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