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Actualizado: 10 de junio de 2025
Poníase Barbarita de parte del desterrado príncipe, y como el sentimiento tiene tanta parte en la suerte de los pueblos, todas las mujeres apoyaban al príncipe y le defendían con argumentos sacados del corazón. Jacinta dejaba muy atrás a las más entusiastas por D. Alfonso. «¡Es un niño!»... Y no daba más razón. Teníase a sí mismo el heredero de Santa Cruz por una gran persona.
Todos estábamos ansiosos por ver el resultado: la opinión corriente era que el drama ofrecía poco de particular; pero como Clotilde había puesto en el desempeño toda su alma, teníase como seguro un gran éxito.
Una banda rojiza y cárdena que se extendía por el Oriente daba al cielo un aspecto fantástico de panorama de feria. La crestería de la sierra lejana teñíase de verde.
Teníase el miserable ejemplo de Nicosia y de Famagusta, sus defensores degollados y sus capitanes martirizados por el implacable infiel, aborrecedor del cristiano y nunca satisfecho de su sangre; y tal era el pavor que la voladora fama traía en sus alas, de las crudezas de aquella numerosa hueste de sanguinarias fieras, que capitanes tales y tan probados por su prudencia en el consejo y su bravura en lides, como Andrea Doria, Ascanio de la Corna y Sebastián Veniero, aconsejaron a don Juan de Austria, teniendo por temeridad el embestir contra el turco; pero el generoso mancebo, por cuyas venas corría la sangre del nunca vencido, ni en temor por nada puesto, emperador Carlos V, de gloriosa memoria, respondió a las dudas y a los temores de todos: Señores, ya no es hora de aconsejar, sino de combatir.
Un momento después oíase en todo el faro un estrépito de cadenas, de poleas, de grandes pesas de reloj a las cuales se daba cuerda. Yo me sentaba fuera, en la terraza, durante ese tiempo. El sol, muy bajo ya, descendía cada vez con más rapidez hacia el agua, llevándose tras de sí todo el horizonte. Refrescaba el viento, la isla teñíase de color violáceo.
Eran raros porque se acostumbraba á matarlos. Teníase por pecado dejarles la vida, «pues estaban clasificados entre los monstruos». Así se expresan las antiguas narraciones. Todo cuanto se alejaba de las formas conocidas de la animalidad, y cuanto por el contrario se aproximaba á las del hombre, era reputado monstruo y se le daba pasaporte para el otro mundo.
Teníase al Diablo Cojuelo, como dice el refrán, por el más listo de todos: Esperanza Bonfilla, procesada por la Inquisición de Valencia en 1600, hizo que cierta mujer, para atraer a un hombre, «hiciese vn conjuro en la forma siguiente: tomando vna escoba, la puso vna toca como muger, y encendida vna bela que no fuese bendita, se arrodilló delante de la escoba, y sin haçer cruz, juntas las manos, dixo: Marta, Martica, no la santa ni la digna, ni la digna de rogar, ni la que está en el altar, sino la que de noche andas por las beredas y los días por las encrebelladas, yo te conjuro con Satanás y con Barrabás, con Bercebú y todos los diablos, y con el diablo coxo, que corre mas que todos, que todos vais a fulano y le deis tiempo para vestirse y le traigais por puntos ante mí y mis ojos, sin hacerle mal» .
El sueldo con que en el colegio remuneraban sus buenos oficios, no pasaba de veinte duros mensuales; y como no se le conocía otro, pues no había podido recabar retiro, según se decía, a causa de sus peligrosas opiniones, teníase por seguro que con las cien pesetas se mantenía a sí y a su familia; el cómo no he de decirlo ahora, aunque bien lo sé; lo reservo para otra ocasión.
Teníase a gran dicha ser introducido en aquella casa; y por cierto, no había cosa más fácil, porque la dueña era tan amable y tan accesible que recibía a todo el mundo con la misma sonrisa y la misma cordialidad. En lo demás, español como Pelayo y bizarro como el Cid. El general, su hermana la marquesa de Guadalcanal, madre de la condesa, y otras personas estaban jugando al tresillo.
Teniase por tradicion que San Juan Evangelista las habia dejado en el Sepulcro, de quien arriba hicimos mencion. Las Reliquias fueron un pedazo del leño de la Cruz, de la parte donde Cristo reclinó su cabeza. Así lo refiere Montaner, y éste San Juan le trujo siempre pendiente del cuello el tiempo que vivió entre los mortales. Estaba entonces con un engaste de oro, con joyas de mucho precio.
Palabra del Dia
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