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Actualizado: 18 de julio de 2025


Sol ya estaba al lado de Ana, Lucía miró muy despacio a la puerta de la calle, miró con ira a aquella por donde había entrado Sol, y se quedó unos momentos de pie, sola en el patio, los dos brazos caídos, y apretados a los costados, fijos los ojos delante de tenazmente. Y echó a andar hacia el cuarto de Ana después de haber mirado a su alrededor a todos los lados, como si temiese.

Dijo estas palabras acompañando a la recién venida, que ya se retiraba y que se negó tenazmente a hacer uso del carruaje. Ven, hija mía dijo la duquesa a su hija , ven, con permiso de tu maestra, a saludar a tu buena amiga. María no sabía qué pensar de lo que estaba viendo y oyendo. La niña abrazó a aquella que la duquesa llamaba su buena amiga.

Cuando Gabriel bajaba a verla en el jardín, le recibía con el mismo saludo: ¡Hola, estantigua! Hoy tienes mejor cara; te vas apañando. Parece que tu hermano te sacará adelante con tantos cuidados. Luego venía la comparación entre su vejez sana y vigorosa y aquella juventud arruinada que se defendía tenazmente de la muerte. Aquí ves mis sesenta años: ni una enfermedad en toda mi vida.

Uno quería un gobierno de provincia para su hermano; otro, una alcaldía en la isla de Cuba para mismo; otro, un juzgado para su pueblo; otro, una administración de aduanas para un primo arruinado por la causa de la libertad; otro, la destitución de un funcionario probo que se oponía tenazmente a ciertas pretensiones de su familia; otro, un ascenso; otro, una cátedra...; en fin, por pedir, se pedia allí hasta la luna; y el Ministro, o el Subsecretario en su deseo de complacerlos a todos, tecleaba sin cesar sobre los botones de las campanillas, a cuya música iban apareciendo los altos empleados que podían entender en aquel cúmulo de solicitudes.

Difieren asimismo sobre la causa de la larga y no interrumpida ausencia del hijo, atribuyéndola unos a la viudez más alegre que recoleta del padre, para la cual hubiera sido estorbo o escándalo la presencia del hijo, y atribuyéndola otros al despego y a la soberbia de éste, que vivía en Madrid como caballerito muy elegante e ilustre, que hablaba de su casa solariega, y que repugnaba volver al lugar a ver la plebeya ordinariez de su padre y la primitiva y fundamental zapatería tenazmente conservada.

¡Quién sabe si ya habrá, muerto! pensaba tenazmente bajo el influjo de su pesimismo . Cuando la madre ha enviado este despacho, es indudable que Margaret va á morir.... ¡Y yo sin poder realizar los deseos de esa señora, que parece me espera con ansiedad!... ¡Qué idea la mía de emprender un viaje á estas tierras remotas!

Si la fantasía es capaz de recibir muchas imágenes, hace una imaginacion fecunda; si recibe las imágenes, y se hacen permanentes, será la imaginacion fuerte; si con facilidad recibe las representaciones, es la imaginacion blanda; si una vez recibidas con tenacidad las retiene, es vehemente; si facilmente las recibe, y con la misma facilidad se borran, es torpe; si con dificultad se imprimen, y tenazmente se retienen, es violenta; y á este modo pueden ser infinitas las combinaciones que nacen de la diversidad de pintarse las imágenes en la fantasía.

Repuesto un poco, al cabo se despidió de sus amigos manifestando que iba derecho á su casa. Se acostó en la cama, pero no pudo gozar de las dulzuras del reposo. Todas sus ilusiones se huían. Aquel amor profundo, el primero y el único de su vida, se disipaba como un sueño. Lo que tenazmente se susurraba hacía tiempo y había llegado varias veces á sus oídos resultaba cierto.

Sentada detrás de éste y haciendo calceta se hallaba la tabernera, cuyos ojos grandes, negros, aterciopelados, no se apartaban de la puerta explorando tenazmente las tinieblas de la calle. Era una espléndida andaluza de carnes opulentas, blancas, sonrosadas, de negra y ondeada cabellera y expresión grave y melancólica, como la de las mujeres árabes.

Y por entre medio de esta invasión rústica, pasaba la gente de la ciudad; los burguesillos de arregladas costumbres con una capa vieja y un enorme capazo, en el que metían las provisiones, después de regatearlas tenazmente; las señoritas que veían en el mercado de los miércoles algo extraordinario que alegraba la monotonía de su existencia; los desocupados que pasaban horas enteras de pie, junto al puesto de un vendedor amigo, curioseando lo que cada cual llevaba en su cesta, murmurando de la avaricia de unos y de la generosidad de otros.

Palabra del Dia

buque

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