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Actualizado: 18 de octubre de 2025


Ella no la iba á abandonar, nada tenía que temer; el P. Camorra tenía otras cosas en la cabeza; Julî no era más que una pobre campesina... Pero al llegar á la puerta del convento ó casa parroquial, Julî se negó tenazmente á subir y se cogió á la pared. ¡No, no! suplicaba llena de terror; ¡oh, no, no, tened piedad!... Pero que tonta...

En Montevideo pudo enterarse de los reveses sufridos por su patria y de que el Imperio ya no existía. Sintió vergüenza al saber que la nación se gobernaba por misma, defendiéndose tenazmente detrás de las murallas de París. ¡Y él había huído!... Meses después, los sucesos de la Commune le consolaron de su fuga.

Pero de pronto reaparecían sus preocupaciones, apagábase el brillo de sus ojos, y volvía a sumir la barba en las manos, chupando tenazmente el cigarro, con la mirada perdida en la nube de tabaco.

Melchor insistió tenazmente en la conveniencia de vencer los dolores que sentían y volver a repetir la prueba del día anterior; pero toda dialéctica resultó estéril: «No puedo moverme.» «Me duele todo el cuerpo.» «No puedo darme vuelta» contestaban. Mañana será peor, levántense, no sean maulas. Convénzanse de que a esos dolores, «como a todos», se les domina y vence con un poco de voluntad.

Le habrán hecho falta miles de duros, pero jamás al llevarse una mano al bolsillo ha dejado de sentir el contacto de las rodajas de plata... Pobre lo he sido yo, lo soy aún, lo he sido toda mi vida. Y como he visto de cerca la verdadera pobreza, fea y calva como la muerte, la detesto, y deseo que no me siga tenazmente, como hasta ahora, fuera del alcance de mi odio.

Julî no contestó y ambas mujeres bajaron. En la calle, la joven se negó tenazmente á ir al convento y se retiraron á su barrio. Hermana Balî que se sentía ofendida de la falta de confianza yendo con ella, se vengaba endilgándola un largo sermon. La verdad era que la joven no podía dar aquel paso sin condenarse á misma, sin que la condenen los hombres, ¡sin que la condene Dios!

Afortunadamente para ellos, aunque Salabert estaba sometido en todo a su voluntad, les constaba que se oponía tenazmente a casarse, que la Amparo hacía inútiles esfuerzos para decidirle, que había habido escenas violentas entre ellos. La ex florista, al principio, lo había tomado por la tremenda.

Clara era inocente, así lo comprendió; mas por una de esas misteriosas depravaciones que experimenta el espíritu de los hombres preocupados por una idea fija, aferrados tenazmente a una abstracción, casi se sentía molesto de que lo fuese. Quisiera poder gritar con furor «¡ah! ¡la vida!» y maldecir como siempre de la creación. Sufrir, morir, tal es el destino del hombre.

Aunque se resistía tenazmente a echar sobre su hermosa cabeza ningún producto químico, presentía que no iba a haber otro remedio. El amor candoroso, vivo, feliz con que la aventura del joven Alcázar le había hecho soñar, estaba vedado para ella.

¿Cuáles son los cuatro caractéres de que hablé? La reserva, la intolerancia, la censura y el egoismo. La reserva es el producto de los desengaños. La intolerancia es el resultado inevitable del que ha aprendido; pero que ya no puede aprender, y vuelve los ojos tenazmente hácia lo que aprendió.

Palabra del Dia

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