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Actualizado: 23 de junio de 2025


Tenía anteojos de oro y un reloj muy grande, que hacía tic-tac hasta cuando estaba en el bolsillo. Consultado, examinó a Lita y opinó: Pienso que no hay inconveniente en que se le lo necesario para tejer. Agregando después, cuando creyó el muy tonto que la enfermita no le oía: De todos modos, me parece que no llegará a anudar dos puntos de tejido.

Tratará de aprenderlo, y al ver que no es tan fácil como imaginara, tirará las agujas. Si aprende a tejer, lo que no me parece probable, hará unos cuantos puntos, y en cuanto la labor pierda su novedad, la dejará de lado... ¡Tengan por seguro que ya mañana no se acordará de su capricho! ¿Y si por rara eventualidad se empeña en tejer su colcha preguntó la madre y llega a esforzarse y se fatiga?

¡Santa Madre de Dios! murmuró el cura con una voz sin fuerzas, esta niña está poseída. ¿Qué hay? gritó mi tía, traspasándose el rodete con una de sus agujas de tejer.

¡Ah, maese Marner! tendréis suerte si le da temprano un ligero sarampión, o si no; en verdad que pocos hombres solteros hubieran adoptado una criatura como ésta; pero supongo que el tejer os hace más diestro que a los hombres que trabajan en el campo. Sois casi tan hábil como una mujer, porque el tejer viene después del hilar.

La doncella y yo regábamos las plantas, y luego nos instalábamos al pie del naranjo. Cortábamos violetas y rosas, y nos entreteníamos en hacer ramilletes, empeñado cada uno en que el suyo fuese el mejor. Angelina solía tejer unas guirnaldas en que mezclaba los helechos de un modo maravilloso. Gran variedad hay de ellos en Villaverde, y en nuestro jardincillo crecían de los más lindos.

Precisamente comenzó la escena por ahí; es decir, por manifestarme Pepe Guzmán su convencimiento de que el lenguaje, como expresión de afectos íntimos y delicados, que tienen su principal incentivo en el fulgor de una mirada o en el contacto sutil de dos epidermis, estaba todavía sin hacer; tanto, que, en su concepto, hablar de lo que íbamos a hablar nosotros con los términos usuales del diccionario vulgar, era como empeñarse en tejer hilillos del rocío con palitroques sin pulir.

Poca lana trajo miss Mary... Como no alcanzaba para las tres colchas pedidas por el hada madrina, Lita reclamó el doble más de lana de cada color... Su mamá le dijo que aprendiese primero a tejer lo que tenía delante, y comenzó a enseñarle... Con gran sorpresa de su mamá, en un momento aprendió Lita, toda ojos, los puntos del tejido.

Ahora ya no se preguntaba para qué había ido a Raveloe; tejía hasta altas horas de la noche para acabar la pieza de lienzo de mesa que le encargara la señora Osgood antes de la fecha prometida, sin pensar en el dinero que se le daría por su trabajo. Parecía tejer como la araña, por instinto, sin reflexión.

Miss Mary se levantó medio dormida, miró el reloj, dijo que era demasiado temprano y pidió a Lita que durmiese un poco más... Lita protestó... hizo abrir los postigos... ¡y ordenó a miss Mary, en el tono más conminativo, que fuese en el mismo momento a comprarle agujas de tejer y lana blanca, celeste y rosada! Miss Mary se negó, probablemente sin comprender bien.

Y quiero en mi rostro sentir de los vientos ósculos ardientes que sepan de amor, y en mi mente loca tejer pensamientos tan bellos que halaguen mi alma, mi alma en flor. Porque necesito decirme a mismo que el dolor no existe, que es pura ilusión, que sólo germina el laudable altruísmo de todos los hombres en el corazón.

Palabra del Dia

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