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Actualizado: 14 de junio de 2025
La duquesa, que había cerrado de golpe la puerta, observaba a Novillo. Que no me vea así... tartamudeó Novillo, con soplo delgado y apenas perceptible. Entonces, la duquesa salió, cogió por un brazo a Felicita, la arrastró lejos, hasta una habitación vacía, le hizo sentar de golpe, y dijo: Usted se está quieta aquí. Mi puesto es a su cabecera, para recoger su postrer suspiro.
Don Eugenio me lo ha contado, y don Eugenio no dice una cosa por otra. ¡Bribona! ¡Bribonaza! tartamudeó el señorito, iracundo, paseándose por la habitación aceleradamente.
Pero, llevado en volandas por el rebullir continuo de la muchedumbre, fué a dar sobre el levitón de don Raimundo, en éxtasis ante la pirámide de billetes de la sala contigua. Usted dispense tartamudeó el muchacho aterrado.
¡Oh! ¡no diga usted que el enredo no estuviese ya arreglado de antemano, pues sé que lo estaba! decía a voces. Y juzgue añadió del corazón del infame, que abandona a su propia hija, de un modo tan inhumano. ¡Es una solemne desvergüenza! tartamudeó el coronel sin la menor idea de lo que estaba diciendo.
Cuando la dama dejó de hablar, sacó el padre Cifuentes a relucir la tabaquera de cuerno, con su heraldo obligado, el pañuelo a cuadros azules y verdes, y con la mayor naturalidad del mundo dijo resueltamente: Su hija de usted no tiene vocación, señora condesa. Quedóse Currita estupefacta y desconcertada, y tartamudeó moviendo la cabecita: Pues ella me había dicho... Yo creía...
Aquí tenemos a Dawson en persona. ¡Dawson! tartamudeó el hombre contra quien me había prevenido el monje. Hagámosle entrar. Pero, ¡por Job! debemos tener cuidado de lo que digamos, porque, si todo lo que se dice de él es cierto, debe ser extraordinariamente perspicaz. Déjamele a mí le dije. Y luego añadí, volviéndome a Glave: Haga pasar adelante a ese caballero.
Cinta asintió con un silencio doloroso á esta resolución, como si la hubiese adivinado mucho antes. Era algo inevitable y fatal que debía aceptar. El fabricantes Blanes tartamudeó de asombro. ¡Volver á su vida de aventuras cuando los grandes señores del partido se ocupaban de su persona!... Tal vez en las primeras elecciones le hiciesen concejal. Ferragut rió de la simpleza de su primo.
¡Nada... nada! tartamudeó la señora de Ulloa . Se me figuró al abrir que estaba ahí dentro un perro muy grande, sentado, y que se levantaba y se me echaba para morderme.... ¿Si no los tendré cabales? Pues mire usted que juraría haberlo visto. ¡El dulce Nombre!
La disyuntiva era terrible y fácil de entender. La señora dijo que enganchase el boghey para usted tartamudeó el infeliz. ¡Al diablo el boghey! El tordo fue ensillado tan rápidamente como las nerviosas manos del asombrado mozo pudieron manejar las correas y hebillas.
Pero, un instante después, la ansiedad volvió a apoderarse de él. ¿Dónde está Olga? tartamudeó alzando los ojos hacia la puerta, como si fuera a verla entrar en ese instante. ¿Olga? dijo la señora Hellinger encogiéndose de hombros. ¡Qué sé yo! Sin duda va a venir de un momento a otro; ¿es por algo urgente? ¡Alabado sea Dios! exclamó el doctor juntando las manos. ¡De modo que ya ha bajado!
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