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Desde este punto, al extremo NO de la del Tandil, que es todo una serrania, se cubrirá por la parte oriental, en la direccion de EO, la distancia de 80 leguas con las restantes, y las que servirán para cubrir la frontera de Chascomus hasta el Cabo de San Andres, abrazando así una dilatada y pingue campaña, que unida á la anterior, será capaz de mantener millares de cabezas de ganado vacuno.

El «capitán P.» no podía ser sino el capitán Pérez... Y todo el Tandil se conmovió con la noticia. ¿Sería verdad?... ¿Qué harían ahora los Itualde?... Pero nadie se conmovió más que Jacinto Luque, el joven poeta barbilampiño y melenudo, redactor de El Correo de las Niñas. Con su viva inteligencia y su conocimiento del periodismo local pronto sospechó que se trataba de una insidia de Esperoni.

Hacía gala de serlo, hacía profesión de serlo... Sin Dios y sin patria, atacaba con implacable ironía de anarquista lo que desdeñosamente llamaba los «prejuicios sociales», es decir, ¡Dios y la patria! Su acerada pluma, guiada por su espíritu venenoso, abría heridas y levantaba ampollas en la epidermis de los pacíficos e inofensivos burgueses del Tandil.

De manera que muchos de sus moradores se van en esta sazon á vivir al segundo Desaguadero, llevando consigo sus mugeres y familias, bagage, &a. y aun algunos pasan al Casuhatí, Vulcan, y el Tandil. Estos valles abundan en pastos con pequeños bosques para el fuego.

Hay dos, ó tres rios pequeños, que salen del norte de las montañas del Volcan y Tandil, y cruzan la llanura, de poniente á levante, causando algunos pantanos, y vaciándose finalmente en dicha laguna. Estos rios son de agua dulce, crian bagres, y gran número de nutrias, como ya he dicho. Los mayores vienen del Tandil, y entran en la punta septentrional de aquella laguna.

Con su alma deliciosamente tierna y femenina, sus formas parecían demasiado rígidas y sus maneras demasiado decididas. En cambio, Coca, que no poseía un temperamento tan femeninamente abnegado, se había hecho una mujer elegante, flexible, de agraciados modales y hermosa fisonomía. Era la beauty del Tandil.

Estaba sirviéndose champaña y le empujaron el codo... ¡Debía, pues, disculparlo!... Y como lo cortés no quita a lo valiente, ¡lo disculpé!... ¿Tenía él acaso la culpa de que le empujaran el codo? Habiendo afirmado Jacinto Luque la suma distinción del capitán Pérez, todos los «dandies» del Tandil, declararon conocerlo, siquiera de vista.

Dia 18. Marchamos de mañana, y llegamos á hacer mediodia en frente de la Sierra del Tandil; y habiéndose comido, caminamos y llegamos

Advirtió que sus señas particulares eran perfectamente conocidas en el pueblo; sólo se equivocaban en creerlo rico, no siendo él, ¡ay! más que una rata de cuartel... Pero, ¿qué le importaba ser pobre si era querido y tenía un glorioso porvenir?... Y, ¿quién podía haber revelado sus señas sino la fiel memoria, el expansivo amor de una mujer que lo quería, y tal vez sin esperanza?... ¡Todos conocían ese amor en el Tandil!

El Tandil presentaba entretanto el animado aspecto de una ciudad griega durante las guerras del Peloponeso. La población entera se agitaba y hablaba en todos los sitios, públicos y privados... Un grupo de señoras de la sociedad de beneficencia llamada de las «Damas del Divino Rostro», compuesto de la presidenta primera, la vice-presidenta tercera y la secretaria segunda, fue a ver al comisario.