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Actualizado: 16 de julio de 2025


Juan Montiño hizo una señal afirmativa con la cabeza. ¿Es paisano vuestro, Dorotea? No lo , porque yo no de dónde soy. ¡Ah! vos sois del cielo. Pues entonces no somos paisanos dijo Juan Montiño con mal talante , porque yo soy de la tierra. ¿Habéis estado alguna vez en la corte? Ayer vine por vez primera. Y como en la corte no conoce á nadie, ha venido á parar á mi casa.

Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad la forzaba a tener secreta su voluntad; temió no le rindiese, y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer; y, encomendándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso, determinó de escuchar la música; y, para dar a entender que allí estaba, dio un fingido estornudo, de que no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban sino que don Quijote las oyese.

Pero doña Inés fue más allá de Cornelia: no se contentó con lucir a sus hijos, sino que se propuso competir con ellos y aun superarlos en indumentaria, y decidió que Juanita también la vistiese. Juanita se prestó a todo con el mejor talante y prodigioso acierto e hizo a doña Inés corsés y varios trajes.

En una ocasión, Gregoria contestó de mal talante y el padre le arrojó un pan a la cara, bañándosela en sangre; el varón estuvo desterrado quince días de la casa, por igual delito.

Este hombre, en el conjunto, podía llamarse buen mozo, uno de esos Rolandos lo más á propósito para volver el seso á ciertas mujeres que pertenecían á cierta clase media, despreciadoras de gente menuda, que no podían aspirar á los amores de los caballeros de alto estado, y que se contentaban y aun se daban por dichosas con los amores de hidalgos del porte y talante del sargento mayor don Juan de Guzmán, que era el hombre que hemos descrito, que se paseaba en el profanado dormitorio de Francisco Montiño y que hablaba por monosílabos con su mujer.

A sus creencias, vacilantes y endebles, no quería tocar, como si fuesen un diente próximo a caerse y con el cual evitase morder cortezas duras. Vivía a su gusto y talante, sin meterse en más libros de caballerías.

Y aquel Beña era liberal y pasaba por cuerdo; verdad es que los liberales como los absolutistas, han tenido aquí desde el principio de su aparición en el mundo ocurrencias graciosísimas. Quintana preguntó a D. Pedro si la <i>Cruzada del obispado de Cádiz</i> pensaba presentarse a las futuras Cortes en aquel talante el día de la apertura.

De que me has visto en tu vida. Y sin decir más, rebozóse y se entró gentilmente por el zaguán. Al pasar junto al de la capa parda, se detuvo y le miró fijamente. Mucho os tapáis le dijo. Hace frío contestó el otro con mal talante. Quien por damas se enzaguana dijo don Francisco , ó es tonto ó merece serlo.

Seria, con una importancia un poco afectada, avanza del brazo de Martín, retirando de cuando en cuando los bucles que flotan sobre sus hombros; y cuando echa la cabeza para atrás, toma el talante de una reina, o, más bien, de una muchacha loca de alegría, que va a hacer la reina y que no está muy segura de su papel.

De mal talante y poco a poco llegó a subir Sancho, y, acomodándose lo mejor que pudo en las ancas, las halló algo duras y no nada blandas, y pidió al duque que, si fuese posible, le acomodasen de algún cojín o de alguna almohada, aunque fuese del estrado de su señora la duquesa, o del lecho de algún paje, porque las ancas de aquel caballo más parecían de mármol que de leño.

Palabra del Dia

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