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Actualizado: 9 de junio de 2025


Por esto, a medida que Bettina se hacía más cariñosa, y se abandonaba con más franqueza al primer llamado del amor, Juan, de día en día, estaba más taciturno y agitado. No sólo tenía miedo de amar él, sino también de ser amado. Debió haberse quedado en su casa, no venir... Lo ensayó, mas no pudo... La tentación era demasiado fuerte, y lo arrastraba.

Giraud salió á abrir, sonrió á Marenval y se quedó estupefacto al ver á Tragomer. Su cara volvió á tomar el aspecto taciturno y cuando Marenval le preguntó: ¿Están visibles las señoras? Para el señor, ciertamente, respondió el criado, pero no si el señor de Tragomer... El acento lleno de censuras de aquella frase interrumpida impresionó profundamente á Tragomer.

Uno de aquellos visitantes que tanto inquietaban á la servidumbre trasladó sus libros y sus raídos trajes desde una callejuela vecina al Panteón á la vivienda señorial de los Lubimoff, instalándose en ella. Era un joven taciturno, dedicado al estudio de la química, y que no podía volver a su país.

Comí solitariamente en mi torre, servido como de costumbre por el viejo Alain, instruído sin duda por los rumores de antecámara de lo que había pasado, pues no cesó de clavarme miradas insinuantes, arrojando por intervalos profundos suspiros y observando contra su costumbre un taciturno silencio. Sólo interrogado por , me hizo saber que las señoras habían decidido no ir al baile aquella noche.

El Chiquito sonreía bajo la ovación tumultuosa de sus protectores, viendo al mismo tiempo una señal de su triunfo en el gesto taciturno y miedoso de su contrincante y en la ansiedad silenciosa de todos los del país, que apostaban por el guipuzcoano.

Benítez, el joven de pocas palabras y muchos estudios, observador y taciturno, había permitido a su enferma, a la Regenta, que escribiera, si este ejercicio la distraía, a ciertas horas en que la aldea no ofrece ocupación mejor. «Escríbame usted a , por ejemplo, de vez en cuando, diciéndome lo que sabe que importa para mi pleito.

Su profesión de espía perpetuo, es quizá lo que le hace tan callado y taciturno. Sin embargo, mientras el carretón lleno de escopetas y de cestas camina delante de nosotros, el Rondador nos entera de la caza, refiriéndonos el número de bandadas de paso y los cuarteles en que las aves emigrantes se han posado. Charlando nos internamos en la comarca.

La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversación de su altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el silencio. Viéndole taciturno y abstraído, se aventuró a decirle con voz temblorosa: ¿Está usted enfadado conmigo, padre? ¿Por qué? preguntó el clérigo con sorpresa, saliendo repentinamente de su meditación. Por la disputa que he tenido con D. Narciso. ¡Ah!

Al otro lado, arreglando sobre otros dos bufetes una magnífica vajilla de plata, y un no menos rico y bello juego de cristal, estaba el tío Manolillo, ceñudo y taciturno. Ninguno de los dos hablaba una palabra. Pero como obscureció hasta el punto de que ya no se veía en la cocina, el bufón dijo al cocinero como pudiera haberlo dicho á un criado: Encended una luz.

Desde aquella noche en que Sola se expresó con tanto calor, diciendo, «quiero casarme con el viejo», este, lejos de mostrarse ensoberbecido con declaración tan halagüeña, se volvió más taciturno. Fueron a pasar el verano a los Cigarrales, y dos tardes después de instalarse en su casa de campo, Cordero salió a paseo con Sola, bajando hacia la margen del río.

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